Mateusz SZPYTMA: Polonia es más importante que el partido

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Mateusz SZPYTMA

Historiador, museólogo. Vicepresidente del Instituto de la Memoria Nacional. Fue cofundador del Museo de los Polacos que salvaron a los Judíos durante la Segunda Guerra Mundial de la Familia Ulma en Markowa, además de director de esta institución. Es miembro del Consejo de Programas del Instituto Histórico Judío.

Wincenty Witos fue un hombre de Estado, muy hábil en el momento más difícil de asumir la responsabilidad del destino del Estado, pero también de renunciar a su cargo si los intereses de la República de Polonia lo exigían

.Soy de Markowa, un pueblo de la antigua Galitzia donde el movimiento popular era tradicionalmente muy fuerte. Mis padres y abuelos eran agricultores, todos trabajaban la tierra. La historia de la clase campesina me ha sido muy cercana desde la infancia, al igual que la figura de Wincenty Witos, el político más destacado procedente del mundo rural polaco y una de las personalidades más eminentes de la historia de la escena política polaca.

Wincenty Witos vivió varias épocas históricas. Nacido en la época de las particiones, conoció la Polonia libre, después la ocupación durante la Segunda Guerra Mundial y la esclavitud comunista. Cada una de estas épocas le exigió tomar decisiones difíciles y llevar a cabo elecciones que muchos de nosotros no seríamos capaces de resolver ni siquiera a nivel teórico. De cada situación —incluso cuando sufría derrotas personales—, su espíritu indomable salía victorioso.

En la actualidad, Wincenty Witos es considerado el padre de la independencia polaca. Conviene recordar que en su caso esto significa no solo que contribuyó a la recuperación de la independencia en 1918, sino también a su salvación y mantenimiento durante los años siguientes. Witos fue primer ministro en uno de los momentos más importantes de la historia de Polonia, cuando estaba en juego el destino de nuestra patria. En gran medida, fue él quien hizo que la clase campesina regresara a la causa de la independencia, lo que hizo posible su defensa.

¿Cómo es posible que un representante del estado campesino —nacido en el seno de una familia de humildes campesinos en una aldea de Galitzia en el siglo XIX— madurara intelectual y espiritualmente hasta convertirse en un hombre de Estado? No cabe duda de que Witos tenía talento, pero esto por sí solo no bastaba en su situación. Al talento se unía una perseverancia sin parangón y una gran sed de conocimientos. Debido a la difícil situación económica de la familia, el joven Wincenty comenzó sus estudios escolares bastante tarde y los terminó a un nivel bajo. Sin embargo, fue autodidacta. Se desarrolló intelectualmente conociendo a personas de mentalidad abierta y conciencia patriótica, como el maestro o el párroco de la localidad. Siguió sus consejos y sugerencias. De este modo, entró en contacto por primera vez con las diversas lecturas y revistas que la intelectualidad de la época dirigía a los campesinos para despertar su conciencia nacional, como “Wieniec” y “Pszczółka”, publicadas por el sacerdote Stanisław Stojałowski, “Gwiazdka Cieszyńska” o “Przyjaciel Ludu”. Inspirado por los libros y la prensa sociopolítica, pronto tomó él mismo la pluma e inició su actividad periodística.

En el contexto de la maduración intelectual y espiritual de Witos, la naturaleza específica de la región de la que procedía tampoco carece de importancia. Creció en Galitzia, bajo la partición austriaca. La autonomía allí vigente creó las mejores condiciones (considerando las tres particiones) para que el desarrollo intelectual del joven campesino fuera de la mano del desarrollo de la conciencia nacional y el patriotismo polacos. Además, Galitzia era un reservorio de la intelectualidad polaca, durante la Segunda República Polaca gran parte de ella procedía de este lugar. Esto no quiere decir que Witos, como súbdito del emperador alemán o del zar ruso, se hubiera convertido con toda seguridad en una persona diferente, pero fue sin duda en Galitzia donde tuvo la mejor oportunidad, como representante de la clase campesina, de madurar hasta convertirse en un hombre de Estado y ocupar los más altos cargos del Estado Polaco.

Como político activo, Witos —cuando aún era miembro del Sejm Nacional de Galitzia en Leópolis y representante de la región en el Consejo de Estado austriaco— abogó constantemente por la educación polaca, la mejora de las condiciones en las escuelas y para los maestros, la ampliación de la autonomía y todo lo que en un momento dado pudiera contribuir a despertar y mantener el sentimiento de nacionalidad polaca entre las comunidades rurales. Witos, como uno de los líderes del movimiento campesino, también tenía su propia visión de la Polonia renacida. En 1917, precisamente este movimiento fue uno de los primeros en proponer el concepto de una República surgida de las tres particiones y con salida al mar. En 1918, cuando se decidía el destino de la independencia polaca, Witos se puso al frente de la Comisión Polaca de Liquidación para Galitzia y Silesia de Cieszyn, el primer órgano provisional de autoridad polaca en la partición austriaca. En aquel momento, ya aparecía como candidato natural a los más altos cargos del Estado de la renacida República de Polonia. Y así sucedió en poco tiempo. En 1920 —un año crucial para el futuro de Polonia— asumió la misión de dirigir el gobierno como presidente del Consejo de Ministros.

En esta función, se dio a conocer como un político que, en las situaciones más difíciles y dramáticas, era capaz de encontrar la mejor solución para el país; como un hombre de Estado capaz de actuar incluso en detrimento de sí mismo y de su entorno político, si el interés de la República lo requería. Así lo demostró en 1926 cuando, como primer ministro elegido en unas elecciones democráticas legítimas, dimitió de su cargo para evitar el estallido de la guerra civil. De no haber sido por su actitud, el golpe de Estado inspirado por el mariscal Józef Piłsudski (el llamado Golpe de Mayo) se habría convertido en un sangriento y fratricida conflicto armado a gran escala. Una guerra civil a mediados de la década de 1920, cualquiera que hubiera sido el resultado, habría acabado trágicamente para Polonia. Un país sumido en el caos, asolado por luchas internas, corría ya el peligro de ser presa de los agresivos países vecinos del oeste y del este. Incluso si esto no hubiera sucedido, la guerra fratricida se habría convertido en el origen de un trauma nacional, cuyos efectos seguiríamos observando a día de hoy. Gracias al primer ministro Witos, pero también a otros políticos asociados a la agrupación PSL “Piast” —el mariscal Maciej Rataj y el presidente Stanisław Wojciechowski—, la República evitó esta tragedia.

El legado político y espiritual de Wincenty Witos también queda simbolizado por su actitud en 1920, cuando, ante la invasión soviética de Polonia, decidió encabezar el Gobierno de Defensa Nacional suprapartidista y asumir la responsabilidad del destino del Estado. Witos era muy consciente de los riesgos que entrañaba su decisión. En caso de fracaso de la guerra defensiva —un escenario muy real en aquella época—, pasaría a la historia como aquel bajo cuyo gobierno cayó Polonia, que se alzaba después de 123 años gracias al esfuerzo de varias generaciones. Es difícil siquiera imaginar la carga que supone una decisión así. Witos consiguió estar a la altura.

Wincenty Witos es un símbolo del que todo polaco puede sentirse orgulloso, independientemente de sus simpatías políticas e ideológicas. Es una de las pocas autoridades capaces de unir a una sociedad polaca dividida. Por un lado, esto es muy alentador. Por otro lado, sin embargo, si prestamos atención a la forma en que se cultiva la memoria de Witos, vemos que en cada entorno se hace de manera diferente. El recuerdo de esta figura por sí solo no equivale a la búsqueda del consenso y la reunificación. Razón de más para que todos escuchemos sus palabras y tomemos su actitud como ejemplo. De hecho, Witos se guiaba por un planteamiento nacional. Aunque procedía de un medio político determinado y, como líder, debía velar por sus intereses, siempre antepuso el bien del Estado al del partido en los momentos clave. En más de una ocasión, pagó un alto precio por ello. A pesar de ello, nunca abandonó su ética.

Es difícil determinar inequívocamente qué sentimientos le impulsaban. Creo que uno de ellos debió de ser el amor sincero a la patria. Witos amaba el sentimiento de nacionalidad polaca. Lo trataba como una parte inmanente de su personalidad. Hasta su muerte, a pesar de todas las injusticias y decepciones que sufrió durante sus muchos años de actividad, Polonia siguió siendo más importante para él que sus aspiraciones personales. Humillado, encarcelado y condenado al exilio por las autoridades del movimiento político Sanacja, no dejó de exhortar a los campesinos a servir a Polonia. Durante la Segunda Guerra Mundial se mantuvo firme. Se negó sistemáticamente a cooperar tanto con los alemanes como con los soviéticos.

El Instituto de la Memoria Nacional (el IPN), deseoso de reconocer la contribución de Wincenty Witos a la historia de Polonia, se esfuerza por acercar sus logros al público a través de diversos medios. En junio de 2023, se inauguró un monumento a este distinguido político en Błaszki, en el voivodato de Łódź, también con el apoyo del IPN. A su vez, la Editorial IPN ha publicado: el álbum Wincenty Witos 1874-1945 (publicado por primera vez en 2010 y reeditado en 2022), el cómic Wincenty Witos – premier rządu 1920 (2022), así como la monumental serie de cinco volúmenes Dzieł wybranych de Witos, compuesta por sus memorias, discursos y textos periodísticos (2024).

.Especialmente en el momento actual, en el que se intensifican las luchas políticas, merece la pena leer a Wincenty Witos. Esta es la mejor manera de entender por qué era polaco, por qué amaba a Polonia y por qué razones fue capaz de sufrir tanto por ella.

Mateusz Szpytma

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 31/01/2024