Allen PAUL: El silencioso bosque de Katyn

El silencioso bosque de Katyn

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Allen PAUL

Historiador, autor del libro Katyn. Masacre estalinista y triunfo de la verdad.

Ryc. Fabien CLAIREFOND

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Durante la guerra, los polacos no recibieron el apoyo de los aliados para explicar los crímenes que los rusos cometieron contra los oficiales militares polacos.

.El terrible crimen de Katyn es como una nube negra que se cierne sobre la historia polaca durante casi 80 años. Las autoridades soviéticas, y posteriormente las rusas, hasta el día de hoy, no han sabido del todo rendir cuentas de lo que sucedió en 1940. 

El último presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, reveló en 1990 algunos detalles de lo que realmente sucedió en Katyn. En el año 2010, en el bosque de Katyn, se llevaron a cabo ceremonias en las que participó, el entonces primer ministro, Vladimir Putin. Sin embargo, estos dos episodios fueron más bien elementos de demostración que de manifestación de una auténtica voluntad de rendir, de forma honesta y completa, cuentas por este crimen. Todo esto sigue teniendo un impacto en las relaciones polaco-rusas e impide la posibilidad de construir una relación de mutua confianza.

El destino de los oficiales polacos es uno de los crímenes mejor documentados de la Segunda Guerra Mundial. El 21 de mayo de 1940, setecientos sesenta y ocho soldados polacos que habían sido capturados en 1939 recibieron disparos en la parte posterior de sus cabezas cuando los rusos junto a los alemanes (según las disposiciones del Pacto Ribbentrop-Mólotov) repartieron entre sí Polonia. Casi la mitad de las víctimas de la masacre de Katyn eran oficiales, la élite de Polonia antes de la guerra. Todas las víctimas fueron enterradas en tumbas colectivas, anónimas. Los criminales probablemente contaron con que esta masacre nunca saldría a la luz.

No fue realmente lo que ocurrió. En 1943, los alemanes descubrieron lo que realmente les sucedió a los oficiales polacos. Sin embargo, no hubo señal de arrepentimiento por parte del Kremlin. Al contrario. Stalin opinó que la indignación polaca por el crimen cometido por el pueblo ruso era una conveniente excusa para romper las relaciones con el legítimo gobierno polaco en Londres. Es cuando comenzó a tomar el control de Polonia y prejuzgó lo que le sucedió a ese país durante más de 40 años posteriores a la guerra. Y esta es la verdadera dimensión de la tragedia que tuvo lugar en Katyn en 1940.

Nunca escuché de los rusos la afirmación de que el destino de la posguerra en Polonia fue una consecuencia de la masacre de Katyn. Sin embargo, es verdad que, durante la guerra, Polonia no había recibido el apoyo de los aliados para explicar las causas de este crimen. Esto se debe a que, en aquel entonces, los estados aliados estaban en un profundo conflicto. Los polacos sabían lo que los rusos les habían hecho a los oficiales polacos. Lo sabían también los aliados después de que el embajador británico, Owen O’Malley, en 1943, elaboró un informe en el que describió el crimen de Katyn, señalando a los responsables y se lo entregó al ministro británico de Relaciones Exteriores, Anthony Eden.

El problema fue que el gobierno de Londres no quiso escuchar ningún informe. Prefirió fingir que no sabía nada sobre la masacre de Katyn. En primer lugar, porque no quería molestar a Stalin. Los Aliados prefirieron evitar cualquier conflicto con él porque luchaba en el Frente Oriental y constantemente enviaba preguntas a Londres y Washington sobre cuándo se crearía el segundo frente. El débil Occidente no pudo brindarle una respuesta a sus llamadas. Recién en junio de 1944, se llevó a cabo el desembarco en Normandía y se atacó a los alemanes desde el oeste. Antes, todas las preguntas sobre este tema que provenían de Moscú le resultaban problemáticas, por lo que prefería no arriesgarse a revelar otros temas incómodos.

.El informe de O’Malley no fue el único que resultó demasiado problemático para los Aliados. Un destino similar le tocó al informe preparado por Jan Karski. El emisario polaco describió con precisión los campos de concentración organizados por los alemanes, principalmente ubicados en las áreas de la Polonia ocupada. Su testimonio fue uno de los primeros estudios serios sobre el destino de los judíos en la Europa ocupada por los nazis. Karski presentó los detalles del Holocausto a las más altas autoridades estadounidenses, incluido el presidente Franklin Delano Roosevelt. Sin embargo, el informe del emisario polaco no provocó ninguna reacción de Estados Unidos.

Me avergüenza admitirlo, pero estoy convencido de que el presidente no estaba interesado en lo que Karski tenía que decirle. Esta falta de reacción predijo lo que sucedió después de la guerra. Los aliados reconocieron que la necesidad de derrotar a los alemanes era más importante que la independencia de Polonia. El silencio que tuvo lugar en Londres y Washington sobre los informes de O’Malley y Karski determinó el destino de Polonia durante más de cuatro décadas durante la posguerra.

Allen Paul

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 30/08/2019