
Murieron por su lealtad a Polonia
La masacre de Katyń sigue siendo una oportuna advertencia al mundo libre sobre el imperialismo ruso
.La masacre de Katyń es uno de los actos de terror bélico más crueles que vivió Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Los crímenes de la Alemania nazi cometidos en las tierras polacas ocupadas a partir de 1939, encabezados por el Holocausto judío, son bien conocidos. Los crímenes soviéticos, igualmente horribles y atroces, siguen siendo menos conocidos en el mundo. En el 84.o aniversario de la masacre de Katyń, rindo homenaje a sus víctimas. También quiero recordar este crimen cometido por la NKWD como una advertencia oportuna contra el imperialismo ruso, que en la actualidad amenaza de nuevo a Europa y al mundo.
La masacre de Katyń fue perpetrada por la Rusia soviética en la primavera de 1940. Fue un crimen de guerra. Los autores acabaron con la vida de más de 20 000 ciudadanos polacos, la mayoría de ellos prisioneros de guerra, oficiales del Ejército polaco y agentes de la Policía Estatal, que fueron asesinados porque los investigadores del NKWD los consideraban enemigos implacables del comunismo. La decisión de la ejecución se tomó en los niveles más altos de las autoridades de la URSS. Al principio, los soviéticos intentaron persuadir a los oficiales capturados y al resto de polacos encarcelados de que abandonaran su lealtad a la patria independiente y colaboraran en favor de los intereses de Moscú. Pero no lo consiguieron. Como declaró el jefe del NKWD, Ławrientij Beria, en unas notas a Stalin, los prisioneros de guerra polacos eran “enemigos acérrimos del poder soviético sin ninguna posibilidad de enmienda”.
Por eso tuvieron que morir más de 20 000 personas. Sin juicio, sin haber sido presentado ningún cargo, sin oportunidad de defenderse. Murieron porque eran leales a su patria y a su nación. La masacre de prisioneros de guerra en Katyń constituyó una violación de todas las normas morales y del derecho internacional, encabezado por las Convenciones de Ginebra.
Estas personas fueron asesinadas porque amenazaban los intereses soviéticos. Sus muertes fueron un golpe irreparable para nuestra nación. Parte de la élite intelectual fue exterminada: abogados, médicos, funcionarios, profesores, periodistas, oficiales de reserva movilizados para servir en el ejército ante la inminencia de la guerra. Fueron exterminados para impedir el renacimiento de un Estado polaco soberano. Como consecuencia de estos crímenes, los soviéticos lo tuvieron más fácil para introducir a partir de 1945 un nuevo orden totalitario en nuestro país.
Hoy —84 años después de aquellos acontecimientos y 35 años después del colapso del comunismo en Polonia— somos testigos en Europa de un nuevo resurgimiento del imperialismo ruso. Y es importante ser conscientes de que este resurgimiento no comenzó el 24 de febrero de 2022 con la agresión a gran escala de Rusia contra Ucrania. Ya en 2008, Rusia atacó Georgia y, en 2014, llevó a cabo la anexión por las armas de Crimea y Dombás, en Ucrania.
Vladímir Putin, al desencadenar hace dos años el mayor conflicto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, dejó claro que persigue los mismos objetivos que antaño persiguieron los dirigentes de la Rusia soviética. Intenta destruir con violencia los valores del mundo libre: la libertad, la paz y la seguridad. Por esta razón las tropas rusas en Ucrania llevan cometiendo asesinatos y violaciones de civiles desde el comienzo de la agresión, con el objetivo de aterrorizar a todo el pueblo ucraniano y quebrar la voluntad de resistencia de los defensores.
Con ello, Putin no oculta ni un ápice sus aspiraciones imperiales. En numerosas declaraciones públicas, suele referirse a Ucrania no como un Estado independiente y soberano, sino como un territorio perteneciente a Rusia. Incluso se compara a sí mismo con el zar Pedro el Grande, argumentando que —al igual que el gobernante de hace tres siglos— no está llevando a cabo la conquista de Estados vecinos, sino luchando por territorios que pertenecen legítimamente a Rusia.
Por supuesto, todo esto son mentiras descaradas que no tienen nada que ver con la verdad histórica. La mentira ha sido parte integrante de la propaganda imperial rusa durante siglos. Durante medio siglo, los soviéticos negaron su responsabilidad en la masacre de Katyń. Solo confirmaron la autoría rusa a principios de la década de 1990. Hoy, Rusia niega los crímenes que ha cometido en numerosas localidades ucranianas. Por eso nosotros, los polacos, comprendemos perfectamente el sufrimiento de los ucranianos, nos solidarizamos con ellos y les apoyamos en su lucha.
Llevo dos años diciendo: hay que poner fin al imperialismo ruso, Rusia debe retirarse de los territorios ucranianos y los criminales de guerra deben ser castigados. Rusia viola el derecho internacional, es el agresor en esta guerra y el ocupante de las tierras ucranianas.
Hoy, los ciudadanos de los países libres y democráticos de Occidente deben ser conscientes de que el imperialismo ruso no se detendrá en Ucrania. Si este país es conquistado, después será el turno de otros, como los Estados bálticos o Moldavia. Y después de los siguientes. Por lo tanto, las naciones del mundo occidental deben estar unidas para oponerse a las aspiraciones imperiales de Rusia. Solo unidos en la defensa de la libertad y la democracia podremos conseguir que cesen los crueles crímenes de guerra; hacer que reine la paz en Europa de nuevo.
.En el 84.o aniversario de la masacre de Katyń, recuerdo a los caídos y honro su memoria. Su heroísmo y sacrificio son hoy un faro para nosotros. Y la masacre cometida por los soviéticos debería servir de advertencia de lo que es capaz el imperialismo ruso. Debemos hacer todo lo posible para detenerlo.
Andrzej Duda