
Chopin común
El Concurso Chopin en Varsovia nos recordó a todos qué importante es para todos nosotros relacionarnos con el arte: en persona, en el escenario, con el público presente.
Cuando a mediados de los 20 del s. XX Jerzy Żurawlew, pianista polaco, compositor y pedagogo, posteriormente rector del Conservatorio Musical de Varsovia, yendo en tren estaba escuchando una viva discusión de jóvenes sobre las competencias deportivas, se le ocurrió algo increíble en aquel entonces, reunir las emociones de competir con la música clásica, más precisamente, con las obras de Fryderyk Chopin. Así surgió uno de los eventos pianísticos más importantes en el mundo: El Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin en Varsovia.
Ya desde la primera edición el concurso tuvo varios objetivos importantes. El principal fue la promoción de las obras de Chopin, en especial, sus piezas tardías y formas grandes tales como sonatas, scherzos o baladas. En aquel entonces fueron conocidas especialmente sus composiciones líricas, en muchos países fue asociado casi solo con la música de salones, y las más innovadoras piezas suyas no eran entendidas y con frecuencia se las criticaba por ser raras o incluso enfermizas. El segundo objetivo del concurso fue ir a las raíces originales de la música de Chopin: en efecto, se iniciaron los trabajos sobre la nueva edición de la recopilación de todas sus obras bajo la redacción de Ludwik Bronarski y Józef Turczyński, firmado por el mismo Ignacy Jan Paderewski. Hasta la fecha, la edición de Paderewski es la más popular en el mundo, aunque desde hace años está disponible ya una nueva Edición Nacional bajo la redacción de Jan Ekier. Tomar las partituras originales tenía como objetivo limpiar la música de Chopin de sus interpretaciones bastante libres que había en aquel entonces. El siguiente objetivo era que un público más amplio se interesara por la música clásica y crear en Varsovia cierto tipo de olimpiadas internacionales de arte, que atrajeran la atención de los músicos y aficionados de música de todo el mundo.
Y hay que admitir que la fórmula usada resultó ser muy eficaz, superando los límites temporales y sus efectos sobrepasaron las expectativas más grandes de los fundadores. Aunque el primer concurso por las dificultades con recaudar los fondos en la Polonia renaciente había que aplazar y finalmente se organizó en 1927 y los participantes ensayaban en casas privadas, porque los organizadores no eran capaces de proporcionar el número necesario de pianos, ganó tanta popularidad que ya para el segundo, organizado cinco años más tarde, se apuntaron 200 participantes de todo el mundo. Especialmente en la segunda mitad del s. XX el Concurso Chopin encontraba las estrellas de la pianística mundial. Maurizio Pollini, Martha Argerich, Garrick Ohlsson o Krystian Zimerman son los músicos-símbolos, embajadores de la chopinística y leyendas de pianística, artistas que construían el prestigio del evento de Varsovia. Pero también los «grandes perdedores», como Vladímir Ashkenazi o Ivo Pogorelić, creaban el prestigio del concurso.
Desde 2010, el año del 200.º aniversario del nacimiento de Chopin, el concurso es organizado por el Instituto Nacional de Fryderyk Chopin en Varsovia, institución fundada por el parlamento polaco con el objetivo de proteger y cultivar el patrimonio del compositor polaco. Ya en 2010 todas las audiciones fueron transmitidas en línea y el público de todo el mundo pudo discutir en directo en internet. Desde aquel entonces el avance tecnológico y el alcance general de los dispositivos capacitados para transmisiones en directo causaron el aumento de interés y su alcance aumentó mucho. Los expertos hablan de miles de millones de páginas vistas de las informaciones sobre el concurso en el mundo; solo en Polonia se estima que fue de 250 millones. La diversificación de los medios de comunicación hace que se siga contando los números y los representantes de Google, partner del concurso, dice que es el evento más popular de ese tipo en el mundo. Solo en YouTube y solo durante el concurso la música de Chopin fue escuchada durante 7,2 millones de horas y la frecuencia de los comentarios llegaba a 1300 al minuto. Las audiciones estaban disponibles también en radio, televisión, aplicaciones para móviles, televisores inteligentes, sitios web asiáticos, etc. Gracias a todos estos medios Chopin unió el público desde Japón hasta los Estados Unidos.
Lo más importante es que durante tres semanas de otoño pudimos escuchar concentrados interpretaciones estupendas de esa música genial: en persona, en el escenario con el auditorio lleno. A pesar de cumplir todos los protocolos sanitarios estrictos, podíamos olvidarnos de la pandemia. Y creo que es la constatación más importante: el Concurso Chopin en Varsovia nos recordó a todos qué importante es para todos nosotros relacionarnos con el arte: en persona, en el escenario, con el público presente.
Artur Szklener