Karol NAWROCKI: La guerra de los mundos

La guerra de los mundos

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Karol NAWROCKI

Presidente del Instituto de la Memoria Nacional.

Ryc. Fabien Clairefond

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Al principio de su independencia, recuperada en 1918, Polonia no tenía unas fronteras establecidas. Hubo que luchar por estas fronteras, tanto en el oeste como en el sur y el este. En el este también se llegó a luchar por la civilización occidental.

Polonia no estaba separada de la recién formada Rusia soviética por ninguna frontera oficialmente reconocida, y ambos bandos trataron de ocupar la mayor parte posible del terreno desalojado por las tropas alemanas. En muchos casos, las fuerzas alemanas se mostraron decididamente más favorables a los soviéticos, lo que hizo que una mayor cantidad de territorio cayera en su poder. Los combates que tuvieron lugar en los meses siguientes, en las tierras fronterizas del este de la República, transcurrieron de forma diversa y ninguno de los dos bandos pudo lograr una victoria decisiva. Y la guerra que se libró allí iba a decidir el futuro de Polonia y, como resultó después, también de Europa.

“A través del cadáver de la Polonia Blanca se abre el camino a la conflagración mundial”, escribió Mijaíl Tujachevski en su orden del 2 de julio de 1920. El Ejército Rojo debía desbancar al mundo imperialista con sus bayonetas y sus sables, para llevar la revolución lo más lejos posible, hasta Alemania e incluso Inglaterra. Todo lo que se necesitaba era eliminar de la faz de la tierra a Polonia – “el perro de presa francés y último perro de la Entente”.

El mariscal Józef Piłsudski era consciente de que las fuerzas se estaban reuniendo en el este para dar un golpe decisivo contra Polonia. Solo había una salida: atacar y derrotar al enemigo en su propio terreno. El asalto a Kiev terminó con la toma de la ciudad y fue el apogeo de las capacidades del renacido Ejército Polaco. La contraofensiva soviética, en especial el golpe del notoriamente sombrío Ejército de Caballería al mando de Semión Budionni, obligó a los polacos a retirarse.

En las ciudades, pueblos y asentamientos ocupados, los soviéticos fueron introduciendo las semillas de su poder, y en Smoleńsk se creó el Comité Revolucionario Provisional Polaco (Polrewkom). Los colaboradores debían tomar el poder administrativo y conducir a los territorios conquistados de Polonia hacia la completa subordinación al Kremlin.

En agosto de 1920, los soviéticos se aproximaron a Varsovia y apelaron a la población de la ciudad: “Tomad el poder con vuestras manos (…)”. Disponían de una colosal ventaja en hombres, equipo y potencia de fuego. Parecía que la capital polaca caería rápidamente y el Ejército Rojo se extendería por toda Europa. En su complacencia, los comandantes soviéticos no vieron el renacimiento del Ejército Polaco. Un multitud de voluntarios se alistó en el ejército, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, se unieron a la lucha. Nadie eludió su deber con la patria. La ayuda militar, incluidos los aviones de los que el Ejército Rojo carecía, fluyó en un amplio flujo desde los países que simpatizaban con Polonia. Y esta ayuda no se detuvo, ni siquiera ante las acciones de los comunistas en algunos países europeos. Las armas, a menudo de última generación, llegaban a las manos de las unidades recién formadas y de las que necesitaban reabastecimiento y suministros.

El 15 de agosto, los sueños bolcheviques de llevar la llama de la revolución a los países occidentales quedaron destruidos. El contraataque polaco, que fue denominado el “Milagro del Vístula”, cayó sobre un enemigo sorprendido. El Ejército Polaco reforzado, aplicando estrictamente el plan de campaña, demostró su superioridad sobre el Ejército Rojo. En una serie de batallas y escaramuzas, los polacos recuperaron el territorio perdido, y el 12 de octubre las partes del conflicto firmaron un armisticio. En agosto de 1920, dos mundos distintos, diferentes valores de civilización, quedaron enfrentados en la línea del Vístula. La anarquía, la aniquilación y el desprecio por todo lo que no era bolchevique chocaron con la voluntad de luchar por la independencia de un estado renacido tras 123 años de falta de libertad. A la libertad polaca se oponía la destrucción y la esclavitud bolchevique.

Los polacos lograron algo que el mundo no esperaba. Repelieron el ataque totalitario del Ejército Rojo, convirtiendo una derrota segura en una victoria. En esos días de agosto, ganaron dos décadas de libertad e independencia para su patria. Evitaron el peligro y convirtieron el estandarte del Comité Revolucionario Provisional de Polonia en uno de los objetos expuestos en la colección del Museo de la Independencia de Varsovia.

.Ante nuestros ojos, la historia ha cerrado el círculo y ha dejado claro al mundo que Rusia, en sus inclinaciones imperialistas, no ha cambiado. Esperemos que esta marcha contra la civilización termine como lo hizo en 1920. Por ello, deseo que los ucranianos sean tan eficaces en su lucha como lo fueron los polacos hace más de un siglo.

Karol Nawrocki

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 13/08/2022