Durante quince días, dos millones de personas procedentes de Ucrania han entrado en Polonia. Cada semana, un millón de refugiados llegan a Polonia desde Ucrania. Personas mayores, mujeres con niños y niñas. Desamparados, huyendo de los rusos que disparan a mujeres y niños, a hospitales, escuelas y urbanizaciones, y bombardean bloques de pisos.
.Escribo estas palabras en Polonia, en Varsovia, a 150 km de la frontera con Bielorrusia, país que coopera con Rusia. Y sin embargo, en nuestro país no hay pánico, nadie huye de Polonia. Ponemos todo nuestro empeño en ayudar a los ucranianos. Imprimimos nuestro periódico “Wszystko co najważniejsze” en dos idiomas: polaco y ucraniano. Estamos haciendo todo lo posible para atender a las personas que huyen de la Ucrania atacada.
No, no había ni hay necesidad de construir campos de refugiados en Polonia para las personas que huyen desde Ucrania. Los polacos han salido a su encuentro para darles apoyo: publican cuántas personas son capaces de alojar y alimentar, a cuántas personas pueden ayudar. Los ucranianos son transportados gratuitamente desde la frontera a través del país por gente corriente. Los ferrocarriles polacos ofrecen conexiones gratuitas por toda Polonia a las personas con pasaporte ucraniano. El gobierno polaco ha destinado a Ucrania las mismas ayudas que pueden recibir los ciudadanos polacos: el subsidio 500+ para los niños, así como la asistencia sanitaria y social.
Repartimos los logros de Polonia y compartimos todo lo que tenemos con los ucranianos.
Los refugiados de Ucrania se encuentran en la actualidad principalmente en hogares polacos. Se trata de dos millones de personas. Y, sin embargo, no es necesario construir centros para refugiados. En estos hogares se han encontrado con la habitual hospitalidad polaca. Además de en los hogares polacos, esta hospitalidad se muestra en todos los lugares, residencias de estudiantes, hoteles, donde el estado cubre el coste de su alojamiento y alimentación con cargo al presupuesto polaco.
Las escuelas polacas han aumentado la norma del número de alumnos por clase para poder acoger más alumnos. En una escuela cercana a mi casa, en Varsovia, 64 niños fueron incluidos la semana pasada en los grupos de estudio. Fueron atendidos inmediatamente. No conocen la lengua polaca, pero los polacos ya habían acogido antes a un millón de ucranianos que huían de Crimea y Donbass, así que los niños que llegaron antes están ayudando a los que llegan ahora. Los profesores se enfrentan a la dificilísima tarea de erradicar los traumas en los niños de Ucrania. Todas las inscripciones en las escuelas polacas están en ambas lenguas, en polaco y ucraniano. Y todas las escuelas, así como las calles polacas y los lugares públicos están decorados con banderas polacas y ucranianas.
Los polacos saben de qué huyen los ucranianos. Nuestra historia es similar. También nosotros, los polacos, hemos vivido la traición de grandes países. A pesar de los acuerdos de ayuda firmados, no recibimos esta ayuda en septiembre de 1939. Esto es un poco lo que sienten los ucranianos hoy, cuando Alemania se niega a cerrar su cooperación con todos los bancos rusos, y los pagos por petróleo y gas permiten a Rusia financiar la compra de armas. Esto es un poco lo que sienten hoy los ucranianos cuando oyen hablar de la venta de armas a Rusia, a pesar de las restricciones.
La traición del mundo es lo más difícil para los ucranianos. Nosotros, los polacos, también luchamos en la Segunda Guerra Mundial junto a grandes países, solo para ser traicionados de nuevo en Yalta, entregándonos a Rusia. Después de la guerra, tanto Polonia como Ucrania fueron obligadas a pagar grandes contribuciones a la Unión Soviética, y Ucrania fue incorporada a esta por la fuerza. El sabor de la traición experimentada es amargo, pero también enseña a nuestras naciones, a las naciones de Europa Central y Oriental, que lo más importante es contar con uno mismo. Y ayudar a aquellos que lo necesitan. Como sucede ahora con los ucranianos.
La libertad, la democracia y la solidaridad no son eslóganes vacíos para polacos y ucranianos. Al igual que para el resto de países que se liberaron de la “tiranía roja”. La misión del Primer Ministro polaco, Mateusz Morawiecki, del Primer Ministro checo, Petr Fiala, y del Primer Ministro esloveno, Janez Janša, que acudieron a Kiev a pesar de los bombardeos, requirió un gran coraje, rayano en la locura. Pero también es en estas acciones donde demostramos que otras naciones pueden contar con nosotros.
Los crímenes de guerra cometidos por las tropas de Putin en Ucrania ya están siendo estudiados por el Tribunal de La Haya. Los hombres luchan contra Rusia sabiendo que sus seres queridos son atendidos en Polonia. Lo que hoy hace falta es que la palabra solidaridad se tome verdaderamente en serio. No podremos hacer que esta guerra finalice sin la cooperación de toda Europa. Tampoco nadie en mi país, en Polonia, tiene dudas de que después de Ucrania, si esta es conquistada, en dos o tres sesiones de ataques, dentro de dos o tres años, será el turno de Moldavia, Estonia, Letonia, Lituania y mi país, Polonia. Tal como el mundo reacciona hoy a la invasión rusa de Ucrania, también lo hará cuando los rusos ataquen Polonia, esto es algo que ya sabemos.
Cuando volé recientemente con Air France de Varsovia a París, el avión estaba completamente lleno de personas mayores y mujeres con niños y niñas. Creo que también en Francia ellos encontrarán un lugar de acogida. Cuando regresé a Varsovia desde París unos días después, el avión estaba lleno de hombres jóvenes ucranianos. Tienen entre 20 y 30 años, con mochilas de color caqui y banderas ucranianas, y no ocultan que vuelven a su país para luchar, quizás para morir. Si los rusos a veces han intentado convencernos de que Ucrania es un país sin identidad, sin nación, entonces la mejor forma de demostrar su equivocación es la visión de estos chicos jóvenes dispuestos a dar su vida por Ucrania.
Esta guerra debe ser ganada. Por Ucrania y por toda Europa. Hagámoslo juntos.
Eryk Mistewicz
El texto apareció en el diario de opinión francés “L’Opinion” [LINK]