
Nacimiento de la Capellanía de los Agricultores
Desde el principio, los comunistas consideraron a la Iglesia y a la agricultura independiente apoyada por esta –que estaba haciendo saltar por los aires el sistema comunista– como las dos principales fuerzas antisistema.
.En 1980-1981, el movimiento de solidaridad rural encontró un poderoso apoyo no solo en las estructuras de “Solidaridad” obrera, sino sobre todo en las estructuras eclesiásticas, desde los párrocos de los pueblos hasta los obispos y el primado de Polonia. Fue precisamente el apoyo constante del cardenal Stefan Wyszyński a los incipientes sindicatos de agricultores independientes lo que contribuyó de forma decisiva a que las autoridades dieran paso al registro del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales (NSZZ Rolników Indywidualnych “Solidarność”), que tuvo lugar el 12 de mayo de 1981.
La dirección del Partido Obrero Unificado Polaco temía un movimiento campesino independiente, recordando el apoyo nacional obtenido por el opositor Partido Popular Polaco de Stanisław Mikołajczyk tras la guerra. Además, los camaradas soviéticos ejercían constantemente una fuerte presión sobre los comunistas polacos para impedir el registro de la “Solidaridad” rural. Por esta razón los agricultores tuvieron que luchar por el derecho a su sindicato durante nueve meses, y posteriormente, debido a la falta de tiempo, no pudieron construir una organización profesional fuerte.
La ley marcial, cuya introducción en el medio rural, precedida por la penetración en el territorio de grupos operativos militares, fue básicamente de naturaleza leve y no encontró mucha resistencia social, dio lugar a una profundización de los lazos sociales entre el campo y la Iglesia; en particular, este acercamiento tuvo lugar en los círculos de la proscrita “Solidaridad” agrícola.
Los contactos entre sindicatos e iglesias establecidos durante estos meses adquirieron un nuevo significado bajo la ley marcial. La Iglesia –el único centro independiente de las autoridades– declaró inmediatamente después del 13 de diciembre de 1981 su ayuda integral a las víctimas del nuevo orden, atrayendo también a todas aquellas personas y círculos rurales que intentaron tender la mano a los internados y encarcelados.
Aunque la magnitud de la represión contra los activistas de la “Solidaridad” rural no fue –en comparación con la “Solidaridad” urbana– demasiado importante, ya que en la primera oleada fueron internados durante un período más largo unas 125 personas, y durante todo el período de la ley marcial un total de 350 activistas, la conmoción causada por las circunstancias del encarcelamiento de compañeros sindicalistas o simplemente vecinos provocó una serie de reflejos espontáneos de sacrificio y solidaridad en el medio rural, expresados principalmente en colectas de dinero y alimentos y ayudas para las familias y granjas de los represaliados.
Rápidamente, los agricultores y activistas de la “Solidaridad” rural de la zona de Varsovia contactaron con el “Komitet na Piwnej”, es decir, el Comité Primado de Asistencia a las Personas Privadas de Libertad y a sus Familiares (creado por decreto del primado de Polonia ya el 17 de diciembre de 1981), que más tarde suministró regularmente alimentos (principalmente verduras y frutas), combustible y organizó medios de transporte para las personas que visitaban los campos de internamiento de toda Polonia. Lo mismo ocurrió en otras diócesis.
El equipo sindical que coordinaba las actividades de los distintos centros estaba formado por: Marian Wiak y Eligiusz Sieklicki de Błonie, Andrzej Łuszczewski y Janusz Byliński de Zakroczym, Józef Broniszewski de Karczew, Stanisław Czartoryski de Tarchomin, Kazimierz Porębski de Tarczyn, Leszek Mirkowicz de Szczęśliwice, Stanisław Zając de Babice, Tomasz Kamiński de Jabłonna, Karolina Przybylska de Brwinów, Grzegorz Piasecki de Czosnów, Włodzimierz Klingofer de Wilanów, Michał Wójciak de Nasielsko, e Irena Megler, en cuya vivienda de Varsovia se celebraban reuniones de trabajo de los activistas del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales (NSZZ RI “Solidarność”). Entre los asesores del grupo de Varsovia se encontraban el prof. Andrzej Stelmachowski, Bolesław Banaszkiewicz, Piotr Dąbrowski y Andrzej W. Kaczorowski.
La Iglesia durante la ley marcial no solo llevó a cabo su misión pastoral principal (en la que se puede incluir la ayuda a los perjudicados, intervenciones en favor de los reprimidos, visitas de sacerdotes y obispos a centros de internamiento y prisiones, obras de caridad), sino que también se implicó en asuntos sociales y nacionales. Proclamando, en las nuevas condiciones, la necesidad de un acuerdo social y un convenio nacional (es decir, un nuevo contrato social), luchó la reanudación del diálogo entre las autoridades y “Solidaridad”. Desde el primer comunicado del Consejo General del Episcopado Polaco, el 15 de diciembre de 1981, hasta la disolución de los sindicatos, el 8 de octubre de 1982, los obispos siguieron reclamando la reactivación de “Solidaridad”, insistiendo también en la reanudación de las actividades del Sindicado Independiente de Agricultores Individuales (NSZZ Rolników Indywidualnych „Solidarność”). La Conferencia Plenaria del Episcopado de Polonia se pronunció varias veces sobre esta cuestión, algo que también hizo el primado de Polonia, el arzobispo Józef Glemp. Estas demandas se formularon de acuerdo con el estado de ánimo y las expectativas de la sociedad, aunque al cabo de pocos meses quedó claro que a las autoridades de la ley marcial no deseaban que “Solidaridad” siguiera funcionando de ninguna forma.
La suspensión de las actividades sindicales por parte de las autoridades de la República Popular de Polonia supuso una conmoción para muchos miembros activos de la “Solidaridad” agrícola, que en realidad no había conseguido crear sus estructuras organizativas antes del 13 de diciembre de 1981. En la nueva situación, la Iglesia se convertía en el único aliado natural de la “Solidaridad” rural y en su defensor frente a las autoridades de la ley marcial.
La necesidad de profundizar en las relaciones mutuas entre los activistas del sindicado independiente de agricultores “Solidaridad” y los representantes del clero y la jerarquía eclesiástica no se debía, por supuesto, solo a motivaciones estrictamente religiosas. Aunque muchas personas eran activas en sus comunidades parroquiales, algunos sindicalistas siguieron un curso acelerado de catequización durante la ley marcial; las actitudes anticlericales o de distanciamiento de los contactos con el clero eran minoritarias. Era difícil evitar el peligro de instrumentalizar a la Iglesia tratada como un cómodo “paraguas protector” y un lugar donde era posible manifestar libremente la adhesión a la idea de “Solidaridad”; esto permitía a las autoridades acusar a la Iglesia de organizar “mítines políticos”. Por otra parte, el hecho de evitar la implicación política –por ser contraria a la misión de la Iglesia– suscitó en algunos sectores de la oposición dudas sobre la independencia y la dignidad de fe de la Iglesia como representante de la opinión pública.
Entre los círculos de la “Solidaridad” agrícola, el grupo más precoz en establecer estrechos contactos con la jerarquía eclesiástica fue precisamente el grupo de activistas del sindicado independiente de agricultores “Solidaridad” de la zona de la voivodía entonces capitalina. Privados de su líder Gabriel Janowski, que permanecía en campos de detención, concentraron inicialmente sus actividades en proporcionar ayuda diversa a las personas internadas y encarceladas, principalmente a través del “Komitet na Piwnej”. En la primavera de 1982, este grupo decidió encargar una misa en la archicatedral de Varsovia por el primer aniversario del registro de su sindicato; el obispo Władysław Miziołek dio su consentimiento, y además presidió la solemne celebración el 12 de mayo de 1982, aunque, debido a la presión de las autoridades, sin la presencia del estandarte de la Junta Provincial del Sindicato Independiente de Agricultures Individuales “Solidaridad” en Varsovia. Los campesinos prepararon las oraciones de los fieles y realizaron las lecturas litúrgicas. A pesar de la escasa difusión que se hizo del evento, activistas sindicales de todo el país acudieron a la catedral para asistir a la ceremonia: solo las emisoras de radio occidentales dieron cobertura al acto. El Servicio de seguridad (Służba Bezpieczeństwa, SB) intentó sin éxito contrarrestar este evento internando a dos de los organizadores (Tomasz Kamiński y Marian Wiak).
La misa celebrada en Varsovia en el aniversario de mayo del registro de la “Solidaridad” agrícola se celebró posteriormente de forma anual; mejor publicitada, atraía a una mayor multitud de partidarios que manifestaban en este evento su voluntad de permanencia, recordando la necesidad de reactivar el sindicato. Posteriormente se organizaron en Rzeszów celebraciones religioso-sindicales similares con motivo del aniversario de la firma de los Acuerdos de Rzeszów-Ustrzyki.
Animados por el éxito de la primera iniciativa en territorio eclesiástico, en el verano de 1982, un grupo de activistas varsovianos del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” inició la elaboración de un programa para una peregrinación de agradecimiento de agricultores a Jasna Góra con motivo del 600 aniversario de la presencia del maravilloso lienzo de Nuestra Señora de Częstochowa; la idea fue de Józef Broniszewski. La iniciativa fue aprobada por el obispo Władysław Miziołek, quien, como presidente de la Comisión Episcopal Polaca para la Capellanía General, fijó la fecha y propuso que adoptara la forma de una fiesta eclesiástica de la cosecha.
La invitación a participar –leída en todas las iglesias de Polonia– fue cursada por el primado de Polonia, el arzobispo Józef Glemp. El coordinador principal de los preparativos –en acuerdo con los custodios del santuario-–fue el sacerdote Bogusław Bijak, director del Departamento de Capellanía de la Curia Metropolitana de Varsovia. Fue también él quien determinó que un representante de los agricultores tomara la palabra desde lo alto de Jasna Góra.
El programa completo de la peregrinación fue preparado por el grupo de Varsovia del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad”. Las celebraciones religioso-patrióticas, perfectamente organizadas, tuvieron lugar el 5 de septiembre de 1982, reuniendo –según estimaciones de la Iglesia– a unos 300 000 habitantes del medio rural (el Servicio de seguridad (SB) estimó el número de participantes en 150 000). Fueron, por tanto, unas de las mayores manifestaciones de este tipo que tuvieron lugar durante la ley marcial y, en general, durante los últimos años de la República Popular de Polonia. Las autoridades, que hasta entonces habían ignorado el movimiento de solidaridad rural, se vieron totalmente sorprendidas, y se enfurecieron especialmente por la homilía del obispo Ignacy Tokarczuk. Más tarde, las autoridades denegaron al ordinario de Przemyśł el pasaporte para viajar a Roma, y en el juicio de Toruń contra los asesinos del sacerdote Jerzy Popiełuszko, Grzegorz Piotrowski acusó falsamente con premeditación al obispo Tokarczuk de colaboración con la Gestapo durante la Segunda Guerra Mundial.
Organizada por primera vez durante la ley marcial, la verdadera festividad de la cosecha en Jasna Góra inició una tradición de 40 años de acción de gracias a Dios por la cosecha en todo el país ante el trono de la Reina de Polonia (el primer domingo de septiembre) y contribuyó decisivamente a que la Iglesia instaurara la Capellanía de los Agricultores. También sirvió de ejemplo al sacerdote Jerzy Popieluszko, que un año después organizó una peregrinación obrera similar a Jasna Góra.
Leszek Mirkowicz, un joven diplomado de la Escuela Principal de Explotaciones Rurales (Szkoła Główna Gospodarstwa Wiejskiego, SGGW) que trabaja en la explotación hortícola familiar, habló a los hermanos y hermanas en apuros que llegaban antes de la convocatoria: “No somos una masa oscura que se deja manipular a su antojo. Nadie nos seducirá con mentiras ni nos engañará…” Su discurso de media hora, en el que dedicó la mayor atención a la idea de solidaridad (pidiendo también un examen de conciencia sindical) y a la dignidad de los campesinos, fue interrumpido más de veinte veces por los aplausos.
Antes de la misa, se leyó un mensaje enviado a los agricultores desde el Vaticano por el santo padre Juan Pablo II, quien, en un sentido de solidaridad fraternal, rezaba fervientemente para que en su patria se respetaran los derechos humanos inalienables, especialmente el derecho a la tierra y el derecho al trabajo –bases de una economía sana y del desarrollo integral de la comunidad social.
La convocatoria en la Cumbre, celebrada conjuntamente por pastores de todas las diócesis polacas, fue presidida por el obispo Marian Przykucki (entonces ordinario de Chełmno). La homilía, de casi una hora de duración, fue pronunciada por el obispo Ignacy Tokarczuk (entonces ordinario de Przemyśł), quien declaró enfáticamente la posición del Episcopado polaco ante la represión de la ley marcial, subrayando la importancia de valores como la verdad y la libertad en la vida del hombre y de la nación: “Los polacos nunca estarán de acuerdo con que se les trate como esclavos o como objetos”. También dedicó gran parte de la homilía a debatir la situación de la agricultura polaca: “Hay que crear un ambiente en el que se respete al agricultor, en el que se le trate con justicia, en el que no sea como ese pobre pariente que pasa horas en la calle”.
A la solemne liturgia de la cosecha asistieron agricultores de distintas partes del país. Leyeron en voz alta el hermoso “Llamamiento de Jasna Góra”, escrito especialmente por el sacerdote (más tarde obispo) Józef Zawitkowski. Los campesinos pronunciaron también las intenciones de la oración universal, seguidas de un acto de encomienda a la Virgen. Entre las coronas para la cosecha y las ofrendas al altar, lo más valioso fue el exvoto jubilar de los agricultores polacos: dos espigas de oro puro que formaban la letra “V”, unidas por una faja rojiblanca con la inscripción del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” (diseñada por Jacek Fedorowicz). El actor Krzysztof Kolberger recitó estrofas de “Liberación” [“Wyzwolenia”], de Stanisław Wyspiański, y del poema “A quién dañaste” [“Który skrzywdziłeś”], de Czesław Miłosz. Antes del final, todavía se leyó el “Mensaje de los campesinos polacos” [“Posłanie chłopów polskich”], en el que los campesinos polacos pedían a la Virgen apoyo para su trabajo. La ceremonia concluyó con el canto del himno “Boże, coś Polskę” con la súplica “Dígnate devolver la libertad a la Patria, oh Señor”.
Tras las fiestas de la cosecha, se reunieron en el monasterio destacados activistas de diversas facciones del movimiento agrario “Solidaridad”. Se debatió la situación del sindicato y la creación de una capellanía especial para los agricultores. Representantes de la Iglesia informaron a los asistentes sobre el concepto de ayuda occidental a la agricultura polaca. El fervor social en el medio rural constituyó un alentador incentivo para nuevas actividades en terreno eclesiástico.
La primera fiesta de la cosecha de la posguerra, cristiana, auténtica y genuina, fue inmediatamente condenada por la propaganda de la ley marcial. El jefe de la Oficina de Asuntos Religiosos, Adam Łopatka, calificó la homilía de discurso político en una conferencia del portavoz del gobierno de la República Popular de Polonia, Jerzy Urban, y la prensa comunista atacó al obispo Tokarczuk a través de artículos anónimos en un intento de crear una división dentro del Episcopado y entre la Iglesia y la sociedad. Poco después, el Servicio de Seguridad (SB) internó a varios participantes en la reunión con los obispos, pero no logró identificar a los verdaderos organizadores del festival de la cosecha de Jasna Góra. Los aliados del Partido Obrero Unificado Polaco (PZPR) mostraron especial fervor: “La secretaría del Comité Supremo del Partido Campesino Unificado (NK ZSL) desaprueba las acciones de quienes atacan la política agrícola del PZPR y de la ZSL, socavando los grandes logros del medio rural en la Polonia socialista, a pesar de las dificultades temporales”.
Durante una reunión de la Comisión Mixta de representantes del Gobierno y del Episcopado celebrada el 7 de septiembre de 1982, se señaló a la atención de la parte eclesiástica que se estaba intentando recrear las actividades del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” bajo la apariencia de la atención pastoral a los agricultores. La 187.ª Conferencia Plenaria del Episcopado Polaco, reunida los días 15 y 16 de septiembre de 1982, también se pronunció a favor del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad”. Tras la abolición de los sindicatos independientes agrícolas llevada a cabo el 8 de octubre de 1982 por el Sejm de la República Popular de Polonia, la Iglesia quedó así como único ámbito de libertad para los partidarios del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad”.
El 18 de noviembre de 1982, el primado de Polonia recibió en Varsovia a un grupo de activistas y consejeros sindicales que le agradecieron la atención que les había prestado hasta entonces y le pidieron que el Episcopado estableciera formas permanentes de capellanía para los campesinos; también se realizaron visitas similares a obispos diocesanos. El primado consideró la labor de formación de los agricultores como uno de sus primeros deberes pastorales. “Proporcionarles las enseñanzas sociales de la Iglesia, los principios de la vida familiar, mostrarles la magnífica historia de la nación y la cultura, y las iniciativas se desarrollarán por sí solas” – declaró al clero.
En la 189.ª Conferencia Plenaria del Episcopado de Polonia, celebrada los días 1 y 2 de diciembre de 1982, los obispos condenaron la abolición de los sindicatos; entonces se tomó la decisión de crear la Comisión Episcopal de Polonia para la Capellanía de los Agricultores, que, sin embargo, no se anunció públicamente. El primer presidente de la Comisión fue el obispo Jan Gurda, sufragáneo de Kielce, elegido en la 190.ª Conferencia Plenaria del Episcopado de Polonia, el 23 de febrero de 1983.
Se partía de la base de que en las parroquias se formarían comunidades agrícolas pastorales de base. El eje principal de su trabajo se plasmó en la revista “Nasz Gościniec”, que, como material pastoral para los agricultores, comenzó a publicar la Curia Metropolitana de Varsovia en 1983 de la mano del sacerdote Bogusław Bijak. Este amplio programa incluía no solo la vida religiosa (oficios, ceremonias referidos a las tradiciones populares, días de recogimiento y retiros cerrados), sino también actividades para el bien común (como obras de caridad, ayuda mutua en las granjas, lucha contra el alcoholismo, asesoramiento jurídico), autoeducación y trabajo pedagógico (por ejemplo, la doctrina social de la Iglesia, la historia de Polonia y del campo polaco, cuestiones teóricas y prácticas de la agricultura, la explotación rural y el trabajo agrícola) y actividades artísticas y culturales. A principios de 1983, empezaron a formarse las primeras comunidades campesinas parroquiales en la provincia capitalina (Zakroczym, Błonie, Mroków, Tarczyn). Mientras tanto, el presidente de la Comisión Episcopal de Polonia para la Capellanía de los Agricultores pidió a los ordinarios que nombraran párrocos responsables de la pastoral en sus diócesis. Las autoridades se percataron rápidamente de estas actividades. Como informó el Departamento Administrativo del Comité Central del Partido Obrero Unificado Polaco (KC PZPR) el 30 de marzo de 1983:
“Tomamos nota de la reciente creación por parte de la Iglesia de nuevas estructuras para la atención pastoral de los agricultores. Ya se han creado la Comisión para la Capellanía de los Agricultores y unidades diocesanas similares. La entrada en las estructuras parroquiales de nueva creación de la Capellanía de los Agricultores de muchas personas vinculadas al antiguo Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” y pertenecientes a sus activistas estrictos constituye un peligro político”.
Aunque se trataba de una iniciativa popular de laicos, las autoridades de la República Popular de Polonia consideraban al obispo Tokarczuk el inspirador de esta actividad eclesiástica. “Esta penetración política en la comunidad agrícola por la parte reaccionaria del clero y los activistas de derechas del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” asociados a este debe encontrar nuestra firme oposición” – anunciaba el Departamento Administrativo del KC PZPR.
Pronto, la capellanía de los agricultores se convirtió en un tema permanente durante las reuniones de la Comisión Mixta de representantes gubernamentales y del Episcopado. La parte gubernamental creía que se trataba de continuar las actividades del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” bajo una nueva apariencia organizativa; se advirtió de que este tipo de actividad obstaculizaría el importantísimo proyecto de la fundación para la ayuda agrícola y se exigió que en esta labor pastoral no existieran elementos políticamente perjudiciales. Esto se aplicaba tanto al programa (“La atención pastoral a los agricultores enmarcada tal cual por “Nuestro invitado” es inaceptable. En el medio rural nos enfrentamos a una oposición que quiere entrar impunemente en la Iglesia. (…) Pedimos encarecidamente que el programa pastoral de los agricultores se limite a labores estrictamente religiosas, así como las personas (lo más preocupante es que antiguos militantes del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” pertenecientes al ala extrema o a la dirección están empezando a reunirse y a actuar en torno a la Capellanía de los Agricultores)”. Como se ha señalado, el programa pastoral de los agricultores se desarrolló con la participación del activista extremista del Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad” Gabriel Janowski. La parte eclesiástica se declaró contraria a que la oposición política se inmiscuyera en la pastoral agraria bajo diversas formas.
Un punto álgido en las relaciones entre la Iglesia y el Estado fue la participación de los campesinos en la segunda peregrinación de Juan Pablo II a la patria. Ya en los secretos “Supuestos políticos y organizativos para la prevista visita papal a Polonia en 1983”, elaborados en enero de 1983 por el Departamento Administrativo del KC PZPR, se expresaba la preocupación de que “el papa apoyara con su autoridad las estructuras que el Episcopado había creado recientemente”, entre ellas la Comisión para la Capellanía de los Agricultores.
El principal encuentro entre el santo padre Juan Pablo II y los habitantes de los pueblos tuvo lugar el 18 de junio de 1983 en Niepokalanów. Previamente, el papa recibió en Varsovia un exvoto en miniatura a Nuestra Señora de Częstochowa durante la peregrinación jubilar de los agricultores a Jasna Góra, así como documentos sobre la situación de la agricultura polaca y las comunidades pastorales de agricultores recientemente creadas. Juan Pablo II se refirió a ello en su homilía:
“Sé que os anima la idea de renovar las mejores tradiciones culturales del campo, de vivir una vida cristiana de amor mutuo, de perfeccionaros rezando en comunidad, que formáis círculos de apoyo mutuo, que asistís a retiros, que recibís formación complementaria, que os familiarizáis con la doctrina social de la Iglesia. Deseáis de esta forma redescubrir vuestra misión especial, devolver la dignidad al trabajo agrícola y encontrar la alegría en sus dificultades”.
El papa dirigió las palabras de Wincenty Witos a los participantes en las comunidades pastorales de agricultores que trabajan por la renovación del campo en comunión con la Iglesia:
“El campesino conservó su tierra, su religión y su nacionalidad en los peores tiempos. Estos tres valores sirvieron de base para la creación del estado. Sin ellos, no podríamos tenerlo. Allí donde se mantuvo firme el campesino, allí se mantuvieron firmes los cimientos del futuro renacimiento”.
Juan Pablo II volvió sobre los problemas del campo polaco en una homilía pronunciada el 20 de junio de 1983 en Poznań. Refiriéndose a la tradición de los profundos lazos de la región de Gran Polonia con la tierra y a la tradición de organización social que aseguró las posesiones del Estado polaco, recordó la encíclica social “Mater et Magistra” de Juan XXIII como apoyo a la generación contemporánea de trabajadores agrícolas. El papa pidió a los campesinos de toda la patria que guardaran en la memoria, como testamento de un gran polaco, de un gran amante de la tierra polaca, el mensaje que el cardenal Stefan Wyszyński, el 2 de abril de 1981, dirige a los representantes de la “Solidaridad” rural. “Cuando una persona entra en contacto más estrecho con el inmenso poder espiritual, moral y social del medio rural, ve claramente cuán justo es luchar por los derechos fundamentales del ser humano, cuán justificado está el título adicional de respetar estos derechos, resultante del derecho a poseer tierras” – declaró el Primado del Milenio.
…en un estudio para uso dentro del partido, se señaló que el papa en Niepokalanów había dado en realidad su apoyo al curso del Episcopado para la creación de estructuras que sustituyeran al Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad”…
Las autoridades estaban muy preocupadas por el desarrollo de la visita apostólica de Juan Pablo II. El jefe de la Oficina de Asuntos Religiosos, Jerzy Kuberski, en la noche del 18 de junio de 1983, mientras volaba de Niepokalanów a Częstochowa, declaró al secretario del Episcopado que las autoridades tenían miedo de las celebraciones en Niepokalanów porque allí iban a actuar los internados y los campesinos de “Solidaridad”. La satisfacción inicial por el desarrollo religioso de la ceremonia, serio y digno, dio paso a una evaluación elaborada el 24 de junio de 1983 por el Departamento Administrativo del KC PZPR. En el contenido de los discursos del Papa se vio la aceptación de la propiedad privada en la agricultura; también se observaron en Niepokalanów seis pancartas con el nombre “Solidaridad” escrito en cursiva.
Por otra parte, el estudio para uso dentro del partido señalaba que el papa en Niepokalanów había dado en realidad su apoyo al curso del Episcopado para la creación de estructuras que sustituyeran al Sindicato Independiente de Agricultores Individuales “Solidaridad”, mientras que en la homilía de Poznań se valoraba como elemento negativo la referencia de Juan Pablo II a una declaración durante una reunión con la “Solidaridad” rural; las palabras “Solidaridad” rural provocaron aplausos.
.Durante el período de la ley marcial, la Iglesia en Polonia –sin descuidar su misión religiosa– emprendió una acción social hacia el entorno rural de una dimensión sin precedentes. En gran medida, fue una respuesta a las expectativas e iniciativas de las comunidades rurales (capellanía de agricultores) y una reacción a la solidaridad del mundo libre con Polonia (Fundación de Agricultores). Sin embargo, las autoridades de la República Popular de Polonia no permitieron que la crisis social y económica del campo y la agricultura polacos se contuviera de esta manera en los años siguientes.
Andrzej W. Kaczorowski