Karol NAWROCKI: Los Ulma no fueron los únicos

Los Ulma no fueron los únicos

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Karol NAWROCKI

Presidente del Instituto de la Memoria Nacional.

Ryc. Fabien Clairefond

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.En nombre de toda la delegación del Instituto de la Memoria Nacional quisiera agradecerles cordialmente la invitación a Argentina y a este lugar, a Rosario. Aquí no nos sentimos extraños, porque la República Argentina, igual que la República de Polonia, es la patria de muchas naciónes, también de muchos polacos. Los primeros llegáron a la Provincia de Misiones en el siglo XIX. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Polonia quedó bajo la ocupación soviética, otra oleada de polacos eligió Argentina como su segunda Patria, así lo hiciéron por ejemplo los padres del Señor Cónsul, Kazimierz y Ludmiła Moszoro, que se establecieron aquí, en Rosario.

Hasta finales del siglo XVIII, cuando perdió su independencia y desapareció del mapa, la República de Polonia acogía a refugiados de otras partes del mundo. Ahora mismo, durante la guerra provocada por Rusia, hospeda a millones de ucranianos. A partir del siglo XIII, se asentáron en Polonia representantes del pueblo judío. También Polonia tuvo sus „gauchos judíos”. Samuel Adalberg, un historiador polaco del siglo XIX de origen judío, llegó a calificar a nuestro país de „un paraíso para los judíos”. De hecho, en aquel entonces nuestra patria tuvo la mayor concentración de esta nación en Europa que representaba hasta el 10 % de la población de Polonia.

Fue por esta razón, entre otras, por la que los alemanes, dirigidos por Hitler, decidieron llevar a cabo el plan del exterminio total de los judíos europeos precisamente en el territorio de la Polonia ocupada.

Hoy venimos a la Argentina y a Rosario, invitados por el Cónsul Honorario de la República de Polonia, Don Bartlomiej Moszoro, y por la Universidad Católica en Rosario, para compartir la dolorosa, la vez esperanzadora experiencia del período de la agresión y la ocupación alemana de Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Tengo el honor de participar en la inauguración en suelo argentino de una exposición del Instituto de la Memoria Nacional dedicada a la familia polaca de apellido Ulma, una familia que decidió salvar de la muerte a sus vecinos judíos. El matrimonio Wiktoria y Józef Ulma, junto con sus seis hijos, y un séptimo aún por nacer, arriesgando la vida de todos, acogieron en su pequeña casa a ocho judíos de las familias Goldman, Grünfeld y Didner. Los Ulma, deseando salvar la vida de otras personas, perdiéron su propia vida.

Los gendarmes alemanes asesináron de manera bestial a diecisiete personas, entre ellas ocho niños. Los Ulma fueron asesinados sólo por el hecho de ser polacos que se habían atrevido a prestár ayuda a sus conciudadanos judíos. Si en el lugar de los Ulma hubiéran estado los franceses, italianos o checos, no habrían sido ejecutados, porque para estas nacionalidades las leyes alemanas de la Segunda Guerra Mundial, eran más benévolas.

El crimen del que hábla la exposición tuvo lugar el 24 de marzo de 1944 en Markowa, en el sur de Polonia, bajo la ocupación alemana. Fue tan estremecedór que incluso más de diez años después, los testigos aún conservában en su memoria muchos detalles. El alcalde del pueblo, Teofil Kielar, preguntó a Eilert Dieken, el comandante de los gendarmes alemanes que llevaron a cabo el crimen, por qué no perdonaron a los niños. Dieken le contestó cínicamente: „Para que la comunidad no tuviera problemas con ellos”.

La degeneración de los autores del crimen es algo que salta a la vista al repasar hoy las amarillentas actas de las declaraciones. Pero esta dramática historia también encierra un mensaje positivo. Demuestra no sólo lo bajo que puede caer un hombre, sino también de qué grandes sacrificios es capaz.

Los Ulma no fueron los únicos. Consideramos que, bajo la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, alrededor de mil polacos pagáron con su vida por salvar a los judíos. Pero también muchas historias de este tipo de ayúda tuvieron un final feliz. Con el título de „Justo entre las Naciones”, concedido por el Instituto Yad Vashem israelí, fueron distinguidos ya más de siete mil compatriotas nuestros, más que de cualquier otra nacionalidad. Sin embargo, esta lista dista mucho de ser completa. Los historiadores estiman en 100.000 el número de polacos que ayudaron a sus vecinos judíos, y algunos incluso en números más altos. Todas estas personas siguen siendo para nosotros un ejemplo de ayuda a otro ser humano arriesgando su propia vida.

El caso de nuestros Héroes de Markowa es uno de los excepcionalmente bien documentados. Así pues, tras el proceso de beatificación, en virtud de la decisión del Papa argentino, el Papa Francisco, el 10 de septiembre, toda la familia –incluido el séptimo hijo aún no nacido–fue declarada beata. Para los cristianos, todas las personas de buena voluntad que van al cielo son santas. La Iglesia católica proclama públicamente beatos y santos a quienes son un ejemplo especial para los demás. Creo que ustedes estarán de acuerdo conmigo en que la familia Ulma también es digna del respeto de todas las personas de buena voluntad, independientemente de su nacionalidad o religión.

Desgraciadamente, hasta hoy día no se rindiéron cuentas de los crímenes alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Durante aquella época, el Reich alemán asesinó a casi seis millones de ciudadanos polacos, entre ellos unos tres millones de origen judío. Además, fueron matados tres millones de judíos procedentes de fuera de Polonia.

Tan solo el 10 % de los criminales de Auschwitz fueron juzgados. Hasta 1982 en la República Federal de Alemania, solo unos 7.000 criminales de guerra fueron condenados, entre ellos 182 a la pena más alta en vigor, es decir, a la cadena perpetua. Conocemos casos de criminales de guerra que hicieron carrera política en la posguerra.

Por ejemplo Eilert Dieken, el comandante de la gendarmería alemana que dirigió, entre otras cosas, el asesinato de la familia Ulma, hizo carrera en la policía en la Alemania de posguerra.

No se puede devolver la vida a 6 millones de ciudadanos polacos. Hoy es demasiado tarde para castigar a sus asesinos. Pero el Estado alemán también rechaza la obligación de pagar reparaciones de guerra a Polonia, a pesar de su reciente decisión de indemnizar a Namibia por el asesinato de decenas de miles de sus habitantes a principios del siglo XX.

.Queridos Amigos, una vez más quiero expresar mi alegría por este encuentro en la Universidad Católica en Rosario, en el suelo amigo de Argentina, en tan amplia y cordial compañía. Les invito a que vean la exposición por la que les guiará el Dr. Mateusz Szpytma, vicepresidente del Instituto de la Memoria Nacionál, autór de los textos de los panéles y también una persona que hizo mucho por el proceso de beatificación de la familia Ulma.

Karol Nawrocki

La inauguración de la exposición «Los samaritanos de Markowa» en la Universidad Católica de Rosario, el 14 de septiembre de 2023.

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 18/09/2023