Kpt. Barry SHEEHY: No hay aliados más grandes que los polacos

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Kpt. Barry SHEEHY

Historiador militar, autor de libros sobre la Guerra de Secesión, capitán retirado del ejército canadiense.

Acerca de cómo los polacos salvaban a los canadienses en la playa de Normandía – un fragmento desconocido de la guerra.

Un verano decidí ir con mis hermanos a la Normandía francesa para visitar los lugares donde lucharon con heroísmo los soldados canadienses. Pero aquí, estando en la Colina 262, que en agosto de 1944 fue conquistada por la 1ª División Polaca Acorazada (que entonces formaba parte del 1º Ejército Canadiense), cerrando así el corredor de Falaise y cortando la ruta de escape de las tropas alemanas, solo podía pensar en los polacos. 

Las batallas en este lugar de Francia fueron de los enfrentamientos más sangrientos durante toda la Segunda Guerra Mundial. Admiraba el coraje y la valentía de los soldados polacos que, aislados de todos los refuerzos en Mont Ormel, defendieron sus posiciones hasta el final. Fueron los primeros en llegar a los granaderos canadienses. Esta batalla acabó con la gran campaña sangrienta de Normandía. 

Polonia, a pesar de estar en cautiverio, ocupada por la Alemania nazi y la Unión Soviética, envió al frente aliado un cuarto de millón de soldados de infantería, marina y aviación. Los heroicos polacos sirvieron en todas las campañas de guerra importantes, incluida la batalla de Inglaterra, la batalla del Atlántico, las batallas en el norte de África, Italia, Normandía y toda Europa noroccidental. Los criptólogos polacos desempeñaron un papel clave en descifrar el Enigma alemán, que fue uno de los mayores logros científicos en aquellos días y que acortó la guerra unos años. Hay tantos ejemplos de valentía polaca durante la Segunda Guerra Mundial que es difícil concentrarse solo en uno. Tomemos como ejemplo el asalto final en Montecassino, liderado por polacos junto con los canadienses, o los escuadrones de la RAF (302 y 303) en la batalla de Inglaterra o el asombroso heroísmo del destructor polaco „Piorun”, que atacó la nave de guerra más poderosa de esa parte del mundo: el „Bismarck „. El diminuto destructor, antes de que empezara a luchar con cañones y torpedos contra el Behemoth alemán, le envió una señal: „Soy polaco, soy polaco”.

Sin embargo, hay un evento especial que mis compatriotas recuerdan de manera muy vívida. El destructor polaco „Ślązak”, al mando del capitán veterano Romuald Tymiński, participó en el trágico Desembarco de Dieppe en 1942 y fue testigo del día más sangriento de toda la Segunda Guerra Mundial para Canadá. Más de 5 000 soldados canadienses perfectamente entrenados, que desembarcaron ese día, murieron, resultaron heridos o fueron capturados. Fue un día muy negro para mi patria, pero durante esta masacre, el destructor polaco „Ślązak” hizo algo asombroso. El capitán Tymiński, al ver la hecatombe de los canadienses en la playa, ignoró la orden de mantenerse alejado de la costa y se acercó lo máximo posible para proteger a los soldados canadienses con cañones. El barco estaba tan peligrosamente cerca del bajío, que todos estaban seguros de que se iba a encallar. Disparando de forma continua desde sus cañones hacia las posiciones alemanas, se detuvo justo en frente del bajío y los marineros polacos instalaron armas antiaéreas en la playa, con las cuales disparaban a los aviones alemanes. En muy poco tiempo derribaron cuatro máquinas. Cuando llegó la orden de abandonar la playa, „Ślązak” se llevó consigo ochenta y cinco soldados canadienses, casi la mitad de ellos eran soldados del Regimiento Real Canadiense, extremadamente hábiles en la batalla. Estos veteranos de los frentes de Europa occidental miraban al capitán Tymiński y a su tripulación como héroes.

Después de la guerra, el Capitán Tymiński se estableció en Canadá y fue nombrado miembro honorario del Regimiento Real Canadiense en reconocimiento a su valentía en Dieppe. Fue enterrado en el cementerio de la marina polaca en Gdynia. 

Estando con mis hermanos en la Colina 262 en Normandía, juramos que algún día iríamos a Polonia y depositaríamos coronas en el monumento del general Maczek, en honor a los valientes polacos y a sus aliados canadienses. Veinte años después de prestar juramento, en octubre de 2018, cumplimos esta promesa.

Kpt. Barry Sheehy

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 25/08/2019