Martyna GRĄDZKA-REJAK: No solo los Ulma

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Martyna GRĄDZKA-REJAK

Historiadora adscrita a la Oficina de Investigación Histórica del Instituto de la Memoria Nacional.

Ryc. Fabien CLAIREFOND

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Desde 2009, en el Instituto de la Memoria Nacional se lleva a cabo una intensa investigación de archivo en el marco del proyecto “Registro de las actuaciones de represión contra ciudadanos polacos por ayudar a judíos en los territorios polacos ocupados”.

.La masacre de la familia de Wiktoria y Józef Ulma de Markowa y de los judíos escondidos en su granja, cometida en marzo de 1944, se convirtió en un símbolo de la represión alemana contra aquellos polacos que ayudaban a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Ellos y sus hijos pagaron el precio más alto por su decisión. Los alemanes llevaron a cabo muchas más ejecuciones similares en el Gobierno General. Las historias de quienes sufrieron las consecuencias por prestar su ayuda se describen en el proyecto “Rejestr faktów represji na obywatelach polskich za pomoc udzielaną Żydom na okupowanych ziemiach polskich” [“Registro de las actuaciones de represión contra ciudadanos polacos por ayudar a judíos en los territorios polacos ocupados”]. Hasta la fecha, las fuentes han confirmado cerca de 560 actuaciones de diversos tipos de represión por parte de los alemanes contra más de 1150 personas.

Los planes alemanes para los territorios polacos ocupados en septiembre de 1939 incluían un trato especial para el Gobierno General (GG). Este territorio debía convertirse en una colonia del Estado alemán y en una reserva de mano de obra barata. Se empleó el terror y la intimidación para imponer la obediencia a las autoridades establecidas. Ya desde las primeras semanas de la guerra, las fuerzas de ocupación iniciaron la destrucción de la intelectualidady los cuadros dirigentes polacos (Operación Extraordinaria de Pacificación e Intelligenzaktion). La privación de la élite intelectual tenía como fin conducir de forma natural a la pérdida de la polonidad por parte de los polacos.

Tras el establecimiento del Gobierno General, los alemanes procedieron a implementar las ordenanzas contra los judíos. La legislación posterior regulaba prácticamente todas las esferas de la vida de los judíos. Se les arrebataron sus propiedades, negocios y talleres, fueron privados de sus derechos civiles, de su libertad de culto religioso, de su derecho a la educación. En diciembre de 1939, se introdujo la orden de que los judíos debían llevar brazaletes con una estrella de David, una forma de estigmatizarlos y diferenciarlos del resto de la sociedad. Con el tiempo, se crearon para ellos campos de trabajos forzados y se construyeron guetos, donde quedaron aislados. Además, los alemanes desarrollaron una campaña de propaganda basada en los estereotipos arraigados, con el fin de hacer más profundo el antagonismo entre polacos y judíos, y conseguir de esta manera la aceptación pública de las acciones alemanas.

A partir de la primavera de 1942, la política alemana hacia la población judía del GG entró en la siguiente fase. Los ocupantes procedieron a llevar a cabo deportaciones masivas a centros de exterminio. Estas acciones, llevadas a cabo bajo el nombre en clave de Operación Reinhardt, tenían como objetivo el exterminio de todos los judíos que aún vivían en el GG.

Los alemanes llevaron a cabo con rapidez y eficacia las denominadas operaciones de liquidación en las localidades de los distintos distritos. Los judíos adoptaron diferentes actitudes y estrategias de supervivencia. Algunos de ellos se presentaron en el punto de reunión de acuerdo con las ordenanzas y desde allí fueron introducidos en transportes. Un pequeño porcentaje de habitantes del gueto que escaparon a la deportación optaron por buscar refugio en el llamado bando ario como una oportunidad de supervivencia. Algunos ya habían realizado reconocimientos previos, otros escaparon en el último momento para salvarse de la deportación. Otros saltaban de los trenes que iban a gran velocidad y, si este intento tenía éxito, intentaban sobrevivir en un entorno desconocido.

La situación de aquellos que buscaban ayuda para huir de Holocausto exigía que la población no judía adoptara algún tipo de actitud. Algunos, por lo general conscientes de las consecuencias que ello podría acarrear, decidieron ayudar, puntualmente o durante más tiempo. Otros, por diversas razones, no tomaron ninguna medida; algunos, al no hacer nada, negaban el problema, apartaban la mirada de quienes buscaban ayuda, los trataban con indiferencia. Algunos simpatizaban con la población judía, pero no llevaron a cabo ninguna acción para ayudarla. Otros se sentían satisfechos o contentos de que los judíos fueran expulsados de ciudades y pueblos. Y también había quienes entregaban a los fugitivos y a aquellos que les auxiliaban a las autoridades. Algunos lo hicieron por motivos privados, otros animados por las “recompensas” ofrecidas por los alemanes, como dinero o una asignación de azúcar. También hubo quienes, en diversas circunstancias, perpetraron asesinatos contra quienes se ocultaban en sus propias granjas o lejos de ellas —por ejemplo en los bosques—, con la esperanza de obtener objetos de valor/bienes materiales o temiendo las consecuencias por haberles ayudado anteriormente. El caleidoscopio de actitudes y comportamientos humanos es aquí muy amplio y depende de muchos factores, de las características individuales o de las circunstancias. Tampoco se mantenía siempre la misma actitud adoptada. El análisis de las fuentes nos permite hacer un seguimiento de las diversas motivaciones y del transfondo de los acontecimientos que se desarrollaban. Se trata de un constante estudio de la naturaleza y el comportamiento de los seres humanos en una situación límite, que huye de patrones establecidos y generalizaciones. En la investigación se analizan y debaten con mayor frecuencia dos actitudes que se sitúan en polos opuestos: la ayuda activa y la cooperación activa para atrapar a los judíos, chantajearlos o asesinarlos.

Un tema vinculado a las relaciones entre judíos y polacos durante la Segunda Guerra Mundial, que no ha sido tratado ampliamente por los historiadores desde hace muchos años, es el de las consecuencias que tenía prestar auxilio a los judíos. En determinados lugares de la Europa ocupada, el castigo más severo aplicado por los alemanes era la pena de muerte para quienes eran sorprendidos realizando tales actividades. Para los investigadores conocedores del Holocausto, está claro que la zona en la que los alemanes introdujeron este castigo fue el territorio del Gobierno General. De acuerdo con la ley aplicada en este contexto, la llamada tercera ordenanza de limitación de permanencia en el GG, de 15 de octubre de 1941, imponía la pena de muerte por dar cobijo a judíos. En esta zona es donde más probablemente se ejecutara este castigo. La pena de muerte por auxiliar a judíos también se aplicaba en el territorio de la Reichskommissariat Ukraine y la Reichskommissariat Ost, así como en Serbia. Los alemanes también utilizaban otras formas de represión, entre ellas sanciones penales, civiles y administrativas; privación de libertad; palizas; maltrato psicológico; y privación, deterioro o destrucción de bienes.

Hasta ahora, los investigadores se han ocupado principalmente de una categoría de víctimas de tales acciones, a saber, de las personas asesinadas por ayudar a judíos. Szymon Datner, superviviente del Holocausto, trabajador del Instituto Histórico Judío, fue el primero en describir esta cuestión. En su obra Las Sprawiedliwych [El bosque de los justos] incluyó 343 apellidos de polacos asesinados por ayudar a judíos. Llevó a cabo esta investigación en la década de 1960. Veinte años más tarde, un empleado de la Comisión Principal para la Investigación de los Crímenes Nazis en Polonia, el fiscal Wacław Bielawski, amplió significativamente esta lista. En 1981, Bielawski publicó los primeros resultados de sus hallazgos. En la segunda edición del libro en 1987, registró 872 apellidos y 1400 nombres. Desde entonces, sabemos mucho más sobre las historias de esas personas y sobre otras formas de represión. Desde 2009, en el Instituto de la Memoria Nacional se lleva a cabo una intensa investigación de archivo en el marco del proyecto “Registro de las actuaciones de represión contra ciudadanos polacos por ayudar a judíos en los territorios polacos ocupados” (abreviado como “Índice”). El objetivo de este trabajo es establecer los apellidos de los ciudadanos de Polonia de diferentes nacionalidades no incluidos en la leyes de Núremberg, residentes en el territorio de la Polonia ocupada, que sufrieron diversas formas de represión por ayudar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Las investigaciones realizadas hasta la fecha indican que es difícil encontrar una norma en lo que respecta a la ejecución del reglamento. En algunos casos, la pena de muerte se aplicaba a toda la familia, en otros se imponía solo a los adultos, y en otras ocasiones a uno de los progenitores; a menudo se imponían también otros castigos, como la deportación a un campo de trabajo o de concentración, la detención, las palizas o la confiscación de bienes. Las notas sobre las personas represaliadas, tanto las publicadas hasta el momento actual como las que fueron recopiladas anteriormente y están pendientes de publicación, indican que los más frecuente era la aplicación de una dimensión distinta a la pena de muerte in situ.

La información recogida en el marco del programa muestra también el destino de los judíos que se ocultaban. Sin embargo, a menudo es difícil averiguar sus datos personales completos, solo se les conoce por su nombre o apellidos, muchos son completamente anónimos. De la documentación también se desprende que las comunidades locales tenían una amplia gama de actitudes hacia los judíos que buscaban refugio. Muchos de los casos de represión ya descritos son consecuencia de denuncias/acusaciones anónimas por parte de otras personas (polacos o representantes de otros grupos étnicos), solo en algunos casos conocidos por su apellido o motivaciones. También ocurría que quienes prestaban ayuda eran identificados por la persona que recibía la ayuda, manipulada por la promesa de que a cambio de información se le perdonaría la vida.

Una de las mayores ejecuciones de familias polacas que prestaban auxilio a judíos en el Gobierno General fue llevada a cabo por los alemanes a finales de enero de 1943 en las localidades de Wierzbica y Wolica, en lo que entonces era el distrito de Miechów. En aquel momento fueron asesinados 15 polacos y al menos 5 judíos. Aunque estos siguen siendo conocidos como mucho por su apellido. Merece la pena mostrar el contexto de estos acontecimientos más ampliamente. En 1941, los alemanes se dispusieron a crear un gueto en Miechów, ordenando a los judíos de las ciudades de los alrededores que se trasladaran allí. La familia judía Wandersman y otros judíos no abandonaron el pueblo y decidieron esperar a que pasara el tiempo. Algunos de ellos encontraron refugio en casa de la familia de Jan y Władysław Gądek. El resto se encontraban por los alrededores, aprovechando la ayuda recibida por parte de otras personas. Hasta el otoño permanecieron en los bosques cercanos, mientras que a partir del invierno se quedaron permanentemente escondidos en las granjas de las familias Kucharski, Książek y Nowak. Por miedo a ser denunciados a los alemanes, se procuró mantener una total discreción ante los vecinos y los forasteros.

Las circunstancias que rodearon el descubrimiento de la prestación de auxilio no están claras. Lo más probable es que uno de los judíos escondidos con la familia Kucharski abandonara el escondite en enero de 1943. Fue entonces perseguido y detenido. En la casa de los Kucharski cundió el pánico. Temían lo que podía llegar a suceder. El resto de las personas que habían prestado auxilio a los judios también tenían miedo.

El viernes 29 de enero de 1943, una semana después del incidente, cuando el ambiente parecía que se había calmado, llegó a los pueblos de Wierzbica y Wolica una expedición de castigo formada por policías alemanes y los llamados “policías de azul” de la comisaría de Miechów. También estaba con ellos Paweł Wandersman, uno de los judíos que había estado escondido en casa de los Kucharski en Wierzbica y había sido detenido. Conocía los lugares donde otras familias habían ocultado a otros judios. Los gendarmes le prometieron que, si les indicaba todos los escondites, le perdonarían la vida a él y a las personas que se ocultaban.

La represión comenzó en la granja de los Gądków. La pareja y la madre de Władysław, Balbina Bielawska, que estaba allí presente, fueron víctimas de los disparos alemanes. En Wierzbica, una expedición de castigo llegó a casa de la familia de los Książek, allí fusiló, en el mismo lugar, a los padres, a los dos hijos adolescentes y a los judíos capturados. A continuación asesinaron a Nowak y a su hija de cinco años. El siguiente lugar fue la casa de la familia Kucharski. Allí, el matrimonio formado por Izydor y Anna Kucharski vivía bajo el mismo techo con sus cinco hijos y la madre de Anna, Julianna Ostrowska. Los gendarmes los condujeron a todos al patio. Les dispararon en el acto. No tuvieron piedad ni siquiera con los niños. Bronisław (uno de los hijos) e Izydor Kucharski sobrevivieron a la ejecución. Ambos recibieron disparos, pero las heridas no fueron mortales, algo que los gendarmes no advirtieron. La noticia de los acontecimientos de ese día se extendió rápidamente por la zona, aumentando el miedo entre los miembros de las comunidades locales.

Otra ejecución pública, también en el distrito de Miechów, fue llevada a cabo por los alemanes el 15 de marzo de 1943 en Siedliska, cerca de Miechów. Wincenty y Łucja Baranek, junto con sus hijos Henryk y Tadeusz, fueron asesinados. Los judíos de la familia Gottfried que estaban escondidos en su granja también fueron asesinados. La ejecución ante los ojos de los aldeanos tenía por objeto aterrorizar a la comunidad local. Wincenty Baranek había escondido a los judíos a petición de Bronisław Falencki, soldado del Ejército Nacional y empleado del tribunal de Miechów. Y, con toda probabilidad, fue gracias a él que el caso salió a la luz.

Ese día, hacia las cinco de la mañana, llegó a la granja Baranek un destacamento formado por miembros de la Sonderdienst (policía auxiliar alemana). Los hombres del pueblo, encabezados por el jefe de la aldea, también fueron obligados a participar en la operación. Se les ordenó realizar registros en los edificios y en la propiedad de la familia Baranek. En el transcurso de los registros, se descubrió un escondite donde se alojaban los judíos, situado entre la casa de los Baranek y la pocilga. Los hombres que localizaron allí fueron asesinados por los alemanes.

Wincenty Baranek y su esposa Łucja fueron tiroteados en el granero situado en su granja. Sus hijos (de 10 y 12 años) también fueron asesinados en ese lugar. Los muchachos iban cogidos de la mano mientras caminaban hacia el lugar de la ejecución. Ante esta escena, los aldeanos allí reunidos no podían contener las lágrimas. Según los testigos, les hicieron arrodillarse y les mataron disparándoles en la nuca.

Los alemanes ordenaron enterrar los cadáveres de los judíos cerca del granero. Permitieron que la familia Baranek fuera enterrada en el cementerio parroquial de Miechów, pero prohibieron que se organizara el funeral.

La represión también se produjo en los territorios polacos ocupados incorporados al Reich. En agosto de 1943, los alemanes liquidaron los guetos de Będzin y Sosnowiec, deportando a la mayoría de los judíos al campo de concentración de Auschwitz. Aquellos que se escondieron en búnkeres preparados con antelación sobrevivieron a esta operación. Una de las personas que medió en la huida de los judíos de los guetos fue un residente de Michałkowice, Roman Kołodziej. Los conducía a escondites designados y preparados principalmente en las ciudades de la Alta Silesia. Lo pagó con su vida: el 2 de enero de 1944, durante una de esas operaciones, fue abatido a tiros.

El mayor de los escondites donde fueron llevados los judíos de Będzin se encontraba en la casa de la familia Kobylec en Michałkowice. Poco a poco se fue construyendo en ese lugar un búnker situado bajo el suelo de la cocina. La entrada, disimulada, estaba debajo de una cama. El habitáculo estaba ventilado, equipado con luz eléctrica, literas para dormir y disponía de un sistema de señalización que permitía a las personas escondidas saber cuando alguien entraba en la casa. Desde el otoño de 1943 hasta enero de 1944, unos 70 judíos, entre ellos los relacionados con el movimiento de resistencia judía Fela Katz, Shmuel Ron y Chajka Klinger, encontraron un refugio temporal en la casa de la familia Kobylec. Karolina Kobylec, la madre de Mieczysław, recordaba años después: “Cuánto sufrí, cuánto miedo sentí. El búnker funcionó durante dos años. […] Había que tener cuidado con las miradas ajenas. […]. Con el tiempo, me acostumbré a vivir con este miedo constante”.

Mieczysław Kobylec también estaba comprometido como intermediario en el transporte de las personas escondidas con ellos a Eslovaquia. Utilizando documentos falsos, alquilaba habitaciones a montañeses y conducía allí a los judíos que vivían en el búnker. En enero de 1944, se habían producido unos 15 transportes. La última operación se llevó a cabo el 10 de enero de 1944. Mientras cambiaban de tren de Żywiec a Jeleśnia, todos fueron detenidos por la Gestapo, probablemente como consecuencia de una denuncia. Los guías fueron detenidos y a los pocos días puestos en libertad, mientras que Mieczysław Kobylec fue enviado al campo de concentración de Auschwitz y de allí al de Gross-Rosen, del que fue liberado el 5 de mayo de 1945.

.El destino de la familia Ulma, con la que comienza este artículo, es único por muchas razones. Un elemento distintivo de su historia es la documentación conservada sobre este caso. Józef Ulma era un apasionado de la fotografía, de ahí que sobrevivan en el archivo familiar numerosas fotografías suyas, de su mujer y de sus hijos. Como personas activas en la comunidad, también eran muy conocidas. Al indagar en sus destinos profesionales, podemos analizar sus recuerdos, ver los rostros concretos, observar, por así decirlo, cómo era su vida cotidiana. En el caso de la mayoría de las historias de las personas que sufrieron la represión no existe tal variedad de material fuente, incluida la iconografía. Tanto más valiosos son, por tanto, todos los intentos de reconstruir y acercar su destino, de recordar los nombres de estas personas. En la publicación Represje za pomoc Żydom na okupowanych ziemia polskich w czasie II wojny światowej [Represión por prestar ayuda a los judíos en la Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial], publicada en polaco e inglés, se pueden encontrar relatos verificados y confirmados por fuentes de personas y familias enteras reprimidas de diversas formas por auxiliar a los judíos. El segundo volumen de esta publicación aparecerá próximamente en imprenta. El Instituto de la Memoria Nacional, para recordar a estos “héroes silenciosos”, acaba de producir la primera etapa del ciclo de películas de divulgación Nie tylko Ulmowie [No solo los Ulma]. El trabajo ha dado lugar a cortometrajes sobre las personas seleccionadas, que están disponibles en línea.

Martyna Grądzka – Rejak

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 08/03/2024