Mateusz MORAWIECKI: Guerra desconocida en el corazón de Europa

Guerra desconocida en el corazón de Europa

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Mateusz MORAWIECKI

Primer ministro de la República de Polonia.

Ryc.Fabien Clairefond

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Europa Central y Oriental sabe que, como una armadura se forja de hierro, los caracteres humanos se endurecen por las historias difíciles de las naciones.

El fin de la Segunda Guerra Mundial para muchas naciones europeas fue el final de una gran pesadilla y el principio de una nueva era de grandeza y prosperidad. Sin embargo, para millones de habitantes de la Europa Central y Oriental, aunque haya terminado la etapa de la devastación de la guerra, no terminó la etapa de opresión. En virtud de los acuerdos de los líderes de las potencias de la coalición anti Hitler, Europa fue partida en dos. Como consecuencia de esta dolorosa partición, Polonia y países tales como Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Alemania Oriental y otros, por un par de décadas quedaron atrapados en el dominio de la Unión Soviética. 

Años de atrasos y cicatrices 

Los países de Europa Central y Oriental no experimentaron una transición pacífica del mundo de guerra al mundo de la economía de prosperidad. El telón de acero bajó en Europa con un gran estruendo, oído principalmente en nuestro lado del continente. Después del terremoto llegaron réplicas. Esa aparentemente irrevocable sentencia de la historia no nos provocó apatía o resignación. 

Cuando las sociedades y naciones de nuestra región decidieron rebelarse y expresar su oposición abierta, eran brutalmente reprimidos. El diciembre de este año es el mes de aniversarios de especial importancia para la memoria polaca – del 50.o aniversario de la masacre de los obreros en la costa y el 39.o aniversario de la imposición de la ley marcial –guerra declarada contra su propio país por los comunistas que lo gobernaban designados por los sóviets. La historia e identidad de nuestros amigos de Europa Central está llena de cicatrices parecidas.

Tres biografías 

Especialmente memorables son las historias de las víctimas más jóvenes de los sistemas comunistas. En Polonia fue, entre otros, Andrzej Pełka –la víctima más joven de la ley marcial. No tenía ni 20 años cuando tropas especiales de la milicia ciudadana abrieron fuego a los mineros que protestaban en Silesia. La gente de trabajo duro estaba reclamando entonces condiciones dignas de vida, un mejor sueldo. El régimen totalitario respondió con un violento homicidio de más de diez trabajadores de la mina.

Igual de dramática fue la historia del participante más joven de la revolución húngara de 1956 Peter Mansfeld. A la edad de apenas 15 años se convirtió en enlace en el levantamiento en contra de los tanques soviéticos. Transportaba los documentos y folletos, acumulaba armas, entregaba los medicamentos necesarios. Sobrevivió la caída de la revolución, pero después seguía con la resistencia, formando un grupo de adolescentes que quería sacar de la cárcel comunista a sus seres queridos reprimidos desde cuando terminó el levantamiento. Eso no funcionó. Uno de los chicos les contó a sus padres sobre los planes del grupo. Los padres fueron, sin embargo, comunistas y rápidamente denunciaron la conspiración a las fuerzas de seguridad. Capturado Mansfeld, después de una serie de torturas, fue condenado a la pena de muerte. Estaban retrasando su ejecución, porque Peter seguía siendo un menor de edad. 11 días después de haber cumplido dieciocho años, fue ahorcado. Murió sufriendo horriblemente, porque a consecuencia de un error del verdugo su agonía duró 13 minutos. 

Quizás el evento más dramático fue la protesta del estudiante checo Jan Palach. Poco después de su veinte cumpleaños, en Agosto de 1968, los ejércitos del Pacto de Varsovia invadieron Praga, aplastando las esperanzas checoslovacas para realizar el proyecto del socialismo con cara humana. El comunismo nunca ha tenido una cara humana. Jan Palach en el acto de protesta en enero de 1969 se inmoló a sí mismo en la Plaza de Venceslao.

Lo común de estas tres historias es no solo la edad joven de las personas, su historia se convirtió en una parte de la eternidad. Quedó grabada en la memoria de millones de polacos, húngaros, checos, eslovacos y otros europeos. Sus biografías no son solamente un pasado trágico. Es un testimonio de la voluntad de lucha en nombre de la autenticidad y la verdad.  

Décadas en el sistema de opresión

En los países del bloque comunista todo era una forma de juego falso. Ese juego lo entendían solo los que día a día experimentaban la opresión. Las personas de fuera, que vivían en un mundo libre, no eran capaces de entender a que se estaba jugando aquí, como escribió un poeta polaco Stanisław Barańczak. Los polacos, checos, eslovacos, húngaros, alemanes de la RDA, búlgaros, rumanos sabían perfectamente a qué se estaba jugando aquí. Ese conocimiento unía a los habitantes de los países del bloque oriental en aquel entonces y causó el sentimiento de la unidad de experiencias, que seguimos sintiendo hasta hoy en día. En Europa Central y Oriental pasamos por un infierno parecido del totalitarismo comunista. Luchamos con medios parecidos, estábamos buscando refugio en escondrijos parecidos, teníamos principios parecidos, creíamos en los mismos valores. Gracias a eso, nuestra región es un espacio de cercanía no solo geográfica y cultural, sino también histórica y de identidad. 

Como escribió un escritor contemporáneo de raíces checas, historia no permite fin cualquiera, igual que la naturaleza no aguanta el vacío; la narración de nuestros días es una frase no terminada. Cada punto es una coma naciendo. La pandemia de la COVID-19 es un nuevo capítulo en una historia difícil, que nunca dice basta. La Unión Europea, en su marco también la Europa Central y Oriental, escribe esta historia, nunca poniendo un punto y final en una frase. Frente a un reto tan especial que es la pandemia global, las sociedades de nuestra región demuestran una gran resistencia a las adversidades de la vida.

Europa en la pandemia y después de ella 

El desarrollo de las economías de la Europa Central y Oriental en las últimas décadas es de verdad un logro asombroso –lo que demuestra el informe de la empresa McKinsey. Diez países –Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia– aumentaron su PIB per cápita en un 115% en los años 2004-2019. Todavía antes de la pandemia una media del crecimiento económico en 12 países de Europa Central y Oriental (es decir en los países de Tres Mares ubicados entre el Báltico, Adriático y el mar Negro) en los años 2015-2019 fue de 3,5% respecto al 2,1% en la Unión Europea. Hoy las previsiones demuestran que los países de nuestra región van a sentir menos duro el impacto económico de la pandemia que otros países de la UE. Según el pronóstico de otoño la economía de la zona euro va a encogerse un 7,8% en 2020, mientras que la polaca menos de la mitad de ello.

Polonia y otros países de nuestra región manejaron bien la primera ola de la pandemia, principalmente gracias a  aplicar unas estrictas medidas preventivas, la disciplina de la sociedad que respetó esas medidas. Los países de la región, entre ellos Polonia, aplicaron las primeras restricciones un par de días después del primer contagio del coronavirus. Frente a la pandemia, el gobierno polaco reaccionó inmediatamente y de forma decidida. Fuimos uno de los primeros países en Europa que tomó la decisión de introducir controles sanitarios en los principales pasos fronterizos. Implementamos programas sin precedentes de ayuda a los empresarios y empleados de un valor mucho mayor que 300 mil millones PLN (65 mil millones de euros). Es la ayuda más grande en la historia de las empresas polacas. 

Tiempos difíciles endurecen los caracteres

Vivimos en los tiempos que se suele llamar sin precedentes. Muchas frases empiezan hoy con las palabras por primera vez en la historia. La pandemia, pero sobre todo nuestro pasado, nos enseñaron una humildad bien entendida. No la humildad que te obliga a estar callado, sentado en un rincón, sino la que es el fundamento de un buen juicio de una situación y el punto de partida para enfrentar de forma eficaz las adversidades de la vida. Cuanto más caprichoso es lo que enfrentamos, tenemos que ser más pacientes, perseverantes y trabajar a largo plazo.

.Europa Central y Oriental sabe que, como una armadura se forja de hierro, los caracteres humanos se endurecen por las historias difíciles de las naciones. Nuestra historia forma parte de la historia de Europa. Inspira, enseña y puede ser fuente de fuerza y sabiduría para tiempos difíciles.

Mateusz Morawiecki

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 11/12/2020