Prof. Wojciech ROSZKOWSKI: Septiembre polaco de 1939 y sus consecuencias

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Prof. Wojciech ROSZKOWSKI

Profesor titular de humanidades, profesor académico, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Academia de Ciencias de Polonia.

Ryc.Fabien Clairefond

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¿Por qué para Occidente es tan difícil entender cuán enorme fue la catástrofe de septiembre de 1939 para los polacos y sus consecuencias a largo plazo? La historia de la Polonia del siglo XX no solo es difícil, sino que tampoco les gusta a los grandes de este mundo.

El 1 de septiembre de 1939, la Alemania nazi invadió la Segunda República Polaca (II RP), no solo luchando contra el ejército polaco, sino también mediante ataques bárbaros a los civiles y asesinando a los prisioneros de guerra. A pesar de los acuerdos anteriores de asistencia mutua con Francia (1921) y Gran Bretaña (1939) y la declaración formal de guerra contra Alemania (el 3 de septiembre de 1939), los aliados de Polonia decidieron abandonar las acciones contra el agresor, en virtud del acuerdo de Abbeville (el 12 de septiembre de 1939), cuando 15 días después de la declaración de guerra, Francia no atacó a Alemania, a lo que estaba obligada según el acuerdo militar; el 17 de septiembre de 1939, Polonia fue invadida por el ejército soviético desde el este. Según las disposiciones del pacto Ribbentrop-Molotov, del 23 de agosto de 1939, el Tercer Reich y la URSS dividieron entre ellos el territorio de Polonia. Las autoridades estatales polacas primero se trasladaron a Francia y luego a Gran Bretaña. En la Polonia ocupada, Alemania y la URSS llevaron a cabo varias formas de exterminio de ciudadanos de la Segunda República de Polonia, principalmente de nacionalidad polaca y judía. No evitaban las ejecuciones en masa, incluidas las de prisioneros y civiles polacos, por ejemplo, en el bosque de Katyn o en Palmiry.

El Estado estuvo representado por el gobierno polaco en el exilio en Londres, que luchó contra el enemigo común desde el principio. El ejército polaco fue reconstruido a partir de refugiados polacos y de la diáspora polaca en Francia, pero fue destruido después de la derrota francesa en 1940. Fue reconstruido más tarde en Gran Bretaña (I Cuerpo) y también después de la invasión alemana de la URSS y el acuerdo polaco-soviético de 1941, entre polacos liberados de los campos de trabajo soviéticos (II Cuerpo). Después de la agresión alemana contra Rusia, los ocupantes polacos se enfrentaron entre sí. Se formó una nueva coalición anti-alemana, llamada La Gran Alianza (Gran Bretaña, EE. UU., URSS). El Gobierno polaco en el exilio la apoyó política y militarmente. 

Mientras tanto, en el país ocupado, varios partidos políticos se enfocaron en las autoridades del Estado Subterráneo, bajo el liderazgo político de la Delegación del Gobierno en el país, mientras que el Ejército Nacional (en polaco Armia Krajowa) se convirtió en la fuerza armada principal. El plan incluía insurrecciones armadas durante la retirada de los alemanes de las tierras de la Segunda República Polaca. Con la misma fuerza que los aliados occidentales querían liberar Europa, la URSS se dirigía a extender su control hacia el oeste. El destino de Polonia fue decidido durante la conferencia en Teherán en 1943, cuando la URSS ganó un monopolio práctico sobre las operaciones en el frente oriental. Los aliados occidentales iban a entrar en Alemania desde el oeste, mientras que la URSS lo haría desde el este, a través de los territorios polacos. Los Tres Grandes acordaron mover el territorio de Polonia hacia el oeste: Polonia iba a perder una parte de sus tierras a favor de la URSS y obtener una compensación en el oeste a costa de Alemania. Fue una violación del segundo artículo de la Carta del Atlántico.

Las experiencias anteriores, como la agresión de septiembre de 1939 y el trato cruel de los ciudadanos de la Segunda República Polaca, indicaron a los polacos que en su país iba a entrar un aliado de los aliados occidentales, pero un enemigo de la Polonia independiente. Sin embargo, el gobierno polaco en Londres y el comando del Ejército Nacional decidieron luchar contra los alemanes cuando el Ejército Rojo entró en el territorio de la Segunda República Polaca para demostrar la voluntad de luchar contra el enemigo común. Para este objetivo se utilizó, entre otros, el levantamiento de Varsovia. Empezando a luchar contra los alemanes el 1 de agosto de 1944, los insurgentes del Ejército Nacional intentaron albergar a los soviéticos como anfitriones. Mientras tanto, Stalin detuvo la ofensiva cerca de Varsovia, permitiendo el exterminio del Levantamiento y de la capital polaca. En contraste con los insurgentes de París, a los que al mismo tiempo ayudaron los aliados occidentales, los insurgentes de Varsovia no recibieron ninguna ayuda y los soviéticos entraron en las ruinas de Varsovia en enero de 1945, estableciendo allí su gobierno títere. En Yalta, la Gran Alianza confirmó los cambios en la forma territorial de la nueva Polonia y el comité especial de la Gran Alianza determinó la forma del nuevo gobierno polaco. Fue una violación de la Carta del Atlántico y el permiso para la sovietización de Polonia.

Polonia fue el primer país en resistirse a la Alemania nazi en 1939 y apoyó la coalición anti-Hitler hasta el final. Sin embargo, al final de la Segunda Guerra Mundial, Polonia sufrió la derrota en el campo de los ganadores. Es por eso por lo que el día 8 de mayo, recordado en el mundo como el aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, no da lugar a emociones demasiado positivas en Polonia. Polonia perdió a 6 millones de sus ciudadanos, incluidos 3 millones de ciudadanos de nacionalidad judía, asesinados por los alemanes en el Holocausto. Una parte de la élite política polaca fue asesinada y otra permaneció en el exilio. Polonia sufrió pérdidas materiales gigantescas por las que prácticamente no recibió ninguna reparación. El sistema comunista impuesto por la URSS en Polonia significó la pérdida de la independencia, una revolución que llevó al poder a nuevas élites sociales coloniales y a la detención del crecimiento del desarrollo económico. Los sacrificios que sufrieron los polacos resultaron ineficaces, lo que causó una profunda crisis espiritual. La derrota en el campo de los ganadores significó que estos ganadores aparecían en la mente de los polacos como agresores o falsos amigos y los alemanes derrotados no iban a tener en cuenta a la nación que a nadie le importaba. ¿Cómo mantener la esperanza en la desesperanza? Este es el fenómeno de Polonia bajo el gobierno comunista. Resultó ser posible, como lo demuestran los levantamientos polacos de 1956, 1970, „Solidarność” y „el año de los milagros”, 1989, cuando de nuevo se podía cantar con orgullo el himno polaco „Polonia aún no ha desaparecido”.

prof. Wojciech Roszkowski

Material protegido por los derechos de autor. Queda prohibida su distribución salvo permiso explícito de la editorial. 30/08/2019