
Valores inapreciables tan importantes para los polacos
A menudo escucho: „Polonia no tuvo ninguna posibilidad de salvarse estando entre Hitler y Stalin, pero al menos salvamos nuestro honor”.
.Recordemos los hechos básicos. Polonia rechazó las demandas de Hitler, presentadas en el otoño de 1938, y fue atacada el 1 de septiembre de 1939. Así comenzó la Segunda Guerra Mundial. Polonia se estaba resistiendo, pero fue derrotada con rapidez. Era, al parecer, un verdadero Blitzkrieg.
Sin embargo, la lucha duró hasta principios de octubre. Varsovia aguantó hasta el 28 de septiembre. El Gobierno polaco fue evacuado cuando, sin declarar la guerra, el 17 de septiembre Polonia fue invadida por el ejército soviético. Hasta el final de la guerra, el Gobierno trabajó en la emigración. Durante un mes, las poderosas fuerzas alemanas permanecieron limitadas por las batallas y las pérdidas de la Wehrmacht ascendieron a 60 000 soldados.
Vale la pena mencionar que, cuando el ejército alemán partió hacia el oeste el 10 de mayo de 1940, los Países Bajos se defendieron durante 5 días, Bélgica lo hizo durante 18, Dinamarca 1 día y Luxemburgo no aguantó ni uno. Bruselas fue ocupada sin lucha después de siete días. El ejército alemán entró en París, que fue declarada ciudad abierta, el 14 de junio. Francia, teniendo el tercer ejército de tierra más grande del mundo y teniendo más tanques que Alemania, capituló el 22 de junio.
Los polacos seguían luchando, entre otros, en Narvik, en Tobruk, en la batalla aérea de Inglaterra, de Montecassino y en el Frente Oriental. La mayor batalla de resistencia en Europa tuvo lugar en Polonia —el levantamiento de Varsovia en 1944, que duró 63 días—. Pero para recuperar la soberanía, ya con otros medios y en otras circunstancias, Polonia tuvo que esperar hasta el año 1989.
¿Polonia tenía alguna otra opción en septiembre de 1939? Por supuesto que sí. Había una opción, que fue elegida por muchos países y sus líderes, es decir, la colaboración con los alemanes. Hoy, un pequeño grupo de periodistas e historiadores dicen que era necesario aceptar las condiciones de Hitler, como ceder Gdansk, aceptar la carretera transterritorial, etcétera; Y aún más, Polonia debería haber sido, por lo menos al principio, su aliado en la lucha contra la Rusia soviética, porque el peligro que llegaba desde Moscú era mucho mayor que el de Berlín. Polonia podía haberse comportado como Checoslovaquia, que aceptó ceder los Sudetes sin lucha y luego unirse al Reich como protectorado; al igual que Rumania y Hungría, que eligieron la alianza con Alemania.
Los que piensan así, indican las terribles consecuencias de la Segunda Guerra Mundial que sufrió Polonia: la pérdida de casi 6 millones de ciudadanos; el Holocausto y exterminio de la élite polaca; Varsovia casi completamente destruida; la masacre de civiles más grande, después de Nanking, durante la Segunda Guerra Mundial; la matanza de los habitantes de Wola, un distrito de Varsovia, durante los primeros días del levantamiento de agosto de 1944. Y desde el lado soviético, las deportaciones a Siberia y una serie de asesinatos en masa de oficiales polacos en Katyn y otros lugares. Pero, por encima de todo, la pérdida de la soberanía y la inclusión en la zona de influencia soviética, el terror de la posguerra y represiones, y la amarga sensación de que los aliados no cumplieron sus promesas, porque la idea era que el ejército polaco iba a resistirse durante dos semanas, para que luego comenzara la ofensiva en el oeste. Pero eso no sucedió, aunque los aliados tenían ventaja en cuanto a soldados y armas blindadas. Después, están los acuerdos en Teherán y Yalta, que siguen siendo hasta ahora un símbolo de traición para los polacos.
A la luz de todo esto, las palabras del ministro Józef Beck el 5 de mayo de 1939 —”Nosotros en Polonia no conocemos el concepto de paz a cualquier precio. Solo hay una cosa en la vida de las personas, de las naciones y de los estados que no tiene precio. Es el honor.” — suenan como la típica fantochada polaca.
Sin embargo, considerando con mayor detenimiento la Realpolitik, que fue propuesta demasiado tarde, vemos que resulta ser mucho menos realista que la política que mencionaba el honor, o como diríamos hoy sin utilizar esta palabra „pasada de moda”, la dignidad. Eso admiten también los observadores críticos desde fuera. Cuando estuve un par de años en una de las universidades estadounidenses de élite, en la que hubo muchas publicaciones negativas sobre los polacos bajo la ocupación alemana, hubo una discusión sobre este tema y entonces escuché: “no podíais haber hecho otra cosa. Polonia no tuvo ninguna posibilidad de salvarse estando entre Hitler y Stalin, pero al menos salvasteis vuestro honor”.
.Polonia sobrevivió, también gracias a su lealtad a los valores, que le permitió oponerse a la sovietización. La sensación de que nos comportamos como debimos fue la fuente de nuestra fuerza, fortaleza que finalmente derribó el muro de Berlín. Hoy, paso a paso, Polonia está recuperando su posición en Europa. Es uno de los países del continente que más rápido crece. Los polacos aprecian el orden político actual y, en la gran mayoría, están a favor de la Unión Europea. Sin embargo, también nos damos cuenta de las amenazas. Rusia fue empujada casi hasta la frontera de la República de Polonia de antes de las particiones. Pero el destino de Europa todavía depende de si renunciará a sus aspiraciones neoimperiales, al igual que Alemania, que hoy en día es un país que valora la paz y el buen vecindario, como también lo hace Polonia. Estando a favor de la cooperación europea, los valores como el honor y la dignidad son para nosotros extremadamente importantes. Es por eso por lo que esperamos que los socios europeos respeten nuestras elecciones, nuestra subjetividad y nuestra reputación. Estamos convencidos de que, sin el respeto mutuo, sin los valores mencionados antes, al parecer valores anacrónicos, el orden europeo actual tan valorado por nosotros será más inestable y menos justo de lo que nos gustaría que fuera.
Prof. Zdzisław Krasnodębski