El amor de Japón por Chopin
Nosotros, los japoneses, amamos a Chopin quizás sobre todo porque su música contiene una delicada belleza, modestia y nobleza, y porque es como las ondas del tiempo.
La fiebre del Concurso Chopin
.Más de 90 pianistas japoneses se inscribieron en el 18.o Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin hasta el 1 de diciembre de 2019. En octubre de 2021, tras las audiciones preliminares, 14 de ellos se presentaron al concurso principal, en el que se seleccionó a dos ganadores japoneses. Las audiciones preliminares de clasificación y el concurso principal se retransmitieron por internet en calidad 4K y despertaron un gran interés en el público. La segunda etapa fue seguida por 7 300 000 personas, el 45,5 % de las cuales eran japonesas.
Aimi Kobayashi y Kyohei Sorita, que regresaron a Japón tras obtener el tercer y cuarto puesto respectivamente, concedieron entrevistas a diario en radio y televisión, y en los conciertos eran recibidos por salas repletas de espectadores. La NHK, la cadena pública nacional de información, produjo cinco grandes programas especiales de televisión sobre el Concurso Chopin desde diferentes perspectivas. En la prensa japonesa aparecieron extensas columnas sobre el acontecimiento; incluso surgió una revista que llevaba por título “El 18.º Concurso Internacional de Piano Chopin”. Además de los ganadores, también ofrecieron una serie de conciertos Tomoharu Ushida y Hayato Sumino, conocidos incluso antes del concurso. En enero y febrero se planificó una gira de conciertos de gala de los ganadores de esta edición por todo Japón.
Desde los tiempos de la “fiebre Bunin” que rodeó a la 11.a edición en 1985, el Concurso Chopin no había levantado tanta expectación en Japón. El ganador, Stanisław Bunin, actuó ante 12 000 personas en el estadio Nippon Budokan.
Chopin en los albores de la música japonesa
.El primer piano, un modelo de William Rolfe & Sons de forma cuadrada, fue llevado a Japón en 1823 por Philipp Franz Balthasar von Siebold, un médico alemán que trabajaba en un centro comercial holandés. Sin embargo, las primeras clases de piano en Japón tuvieron lugar mucho más tarde, con la fundación de la primera escuela de música del país, Ongaku Torishirabe Gakari, en 1879. El primer concierto de graduación se celebró el 20 de julio de 1885. Kine Toyama interpretó entonces una Polonesa de Chopin (op. de n.º desconocido), que fue la primera interpretación pública de la obra de Chopin en Japón.
El 22 de febrero de 1912, en el aniversario del nacimiento de Chopin, Ryukichi Sawada ofreció el primer recital de piano en Japón, con un programa íntegramente chopiniano. En total se interpretaron once obras, entre ellas la Balada en la bemol mayor op. 47 y Fantasía-Impromptu.
Por lo tanto, Fryderyk Chopin estuvo cerca de los japoneses desde los albores de la vida concertística nipona.
Concursos y Chopin
.En 1927 se celebró en Varsovia el 1.er Concurso Internacional de Piano F. Chopin. Al mismo tiempo, el concurso nacional más prestigioso de Japón era el Concurso Musical Japónés, que se celebró por primera vez en 1932 con el nombre de 1.er Concurso Musical. Esto es algo de lo que Japón puede sentirse orgulloso, ya que la primera edición se celebró tan solo cinco años después de la creación del Concurso Internacional de Piano F. Chopin. En las fases eliminatorias del 1.er Concurso Musical, la tarea de los participantes era interpretar obras de Bach y Beethoven, y en la final una pieza de Chopin – la Balada en sol menor op. 23. En el segundo concurso, este enfoque continuó con el Scherzo en si menor, op. 20, y en el tercero la Fantasía en fa menor, op. 49. En 1935, durante el cuarto concurso, en la fase preliminar se incluyó el Etude en mi mayor, op. 10 n.º 3 y el Etude en do menor op. 10 n.º 12, y para la final la Balada en la bemol mayor op. 47 – ¡Como si se tratara del Concurso Chopin!
Los primeros japoneses en participar en el Concurso Internacional de Piano F. Chopin fueron Miwa Kai, ganadora del mencionado 1.er Concurso Musical, y Chieko Hara, que estudió en Francia con Lazare Lévy y recibó un diploma honorífico por su actuación en la final y el premio del público de manos de Stanisław Meyer.
La primera mujer japonesa ganadora del Concurso Chopin fue Kiyoko Tanaka, que obtuvo el 10.º puesto en la 5.ª edición, en 1955. La profesora Lidia Grychtołówna, que quedó séptima en el mismo concurso y con quien recientemente tuve la oportunidad de formar parte del jurado del Concurso Chopin, hablaba con cariño de la excelencia de la interpretación de Kiyoko Tanaka, afirmando que era “una pianista con verdadero talento”. Hasta la fecha, trece japoneses han recibido diversos premios en el Concurso Chopin, dos de ellos en la 18.ª edición. Esta cifra es la mayor entre los países asiáticos. Por desgracia, Japón aún no tiene ganador del primer premio.
Chopin más allá de la escena musical
.En el Japón contemporáneo, la popularidad de Chopin no se limita a la escena musical. Keiichiro Hirano, ganador del Premio Akutagawa, uno de los premios literarios más prestigiosos de Japón, publicó la novela Funeral (Marche funèbre, 2002), que retrata la vida de Chopin.
En los últimos años, en Japón se ha empezado a considerar el cómic manga como una forma de arte. El manga más conocido sobre Chopin es la serie Forest of Piano (2015), de Makoto Isshiki. La serie fue un gran éxito, con una tirada total de más de 6 000 000 de ejemplares. La obra cuenta la inspiradora historia de Kai Ichinose, que desarrolla una amistosa rivalidad con un profesor excepcional y con sus amigos, y acaba triunfando en el Concurso Internacional de Piano F. Chopin en Varsovia. Más tarde, el autor participó en el desarrollo de una adaptación animada del cómic creada bajo el auspicio de la NHK.
La obra de Chopin también forma parte integrante de Nodame Cantabile (2010), de Tomoko Ninomiya, un manga que ha superado en difusión a Piano Forest. Nodame Cantabile es una divertida historia sobre el proceso de madurez de la protagonista, Nodame, y su novio, el director de orquesta Chiaki, que desean convertirse en músicos de verdad. El debut más importante de Nodame en Londres fue el Concierto para piano en mi menor, op. 11 Chopin. Es más, existe incluso un manga clásico que lleva por título Chopin Always in My Pocket (1981), y cuyo autor es Fusako Kuramochi.
En el mundo de las series de televisión, el primer puesto lo ocupa 101 propuestas (1991), una serie de culto de 12 episodios, que presenta de forma impresionante el Etude en mi mayor, op. 10 n.º 3, conocido popularmente en Japón como L’Adieu (Canción de despedida).
Las obras de Chopin aparecen incluso en anuncios de la televisión japonesa; por ejemplo, en un anuncio del medicamento Ohta’s Isan se utiliza el Preludio en la mayor, op. 28 n.º 7, porque el nombre del medicamento anunciado suena parecido a “La mayor” en la lengua japonesa. Esto también es una prueba de que a los japoneses les encanta la música de Chopin.
Los japoneses aman a Chopin
.¿Por qué Chopin es tan querido por los japoneses? La respuesta no es sencilla. A veces escucho a melómanos señalar las similitudes entre la música enka japonesa y Chopin. Sin embargo, esto es una gran exageración. En realidad, la melodía de una de las canciones enka más famosas de Japón, From the Northern Inn (1975), recuerda al primer movimiento del Concierto para piano en mi menor, op. 11 de Chopin. Sin embargo, se trata de una mera coincidencia. Además, estamos hablando de canción contemporánea. Es poco probable que el autor conociera el concierto de Chopin y se inspirara en él para su canción.
Las obras de Chopin también recuerdan al estilo “melisma”. El carácter melismático de las melodías de Chopin puede apreciarse comparando sus obras con las de Mendelssohn. Resulta fácil darse cuenta de esto al yuxtaponer, por ejemplo, el movimiento de apertura de Ronda Capriccioso op. 14 de Mendelssohn con la melodía op. 12 de Chopin.
Nosotros, los japoneses, amamos a Chopin quizás sobre todo porque su música contiene una delicada belleza, modestia y nobleza, y porque es como las ondas del tiempo
Además, nos impresiona el patriotismo de Chopin. Nos conmueve el orgullo nacional presente en las obras del compositor polaco, como en la Polonesa en la bemol mayor (Heroica), op. 53 o en las mazurcas. La música de Chopin sigue fascinando a los polacos, pero también a nosotros, los japoneses.
Koji Shimoda